el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

26.12.07

Capitulo II (Parte 4)

-Así que has venido. Menudo tu coraje mi querido Hemer.- la voz perspicaz del demonio dejaba secuelas de enfado y sorna. -En tu lugar muchos hubieran huido tras recobrar el reconocimiento... Pero no, tú no, por supuesto...- Sonrió con una mueca que no reflejaba el más mínimo júbilo. -Cuando el Gran Tigre te atacó -su tono se elevaba con cada palabra- ¡Dejando escapar a la bruja y su hija! -se levantó de su trono, mirando al caballero negro que se encontraba arrodillado a los pies de los 3 escalones que lo separaban del trono de su amo. El demonio lo miraba con furia. Sin embargo, luego de unos segundos rió con estridencia, y nuevamente se sentó. -Pero a pesar de tu fracaso, has vuelto. Montaste a tu corcel y viniste hasta mi castillo... sabiendo que era capaz de matarte con el simple movimiento de mi mano.- Hemer esperaba aún arrodillado a que su amo terminara de hablar, pero el silencio reinó la estancia por un minuto y decidió que era el momento de decir algo.
-Señor... ¡Amo de todas las Tierras! Os juro que hice todo y más por darles muerte a esa mujer y a la niña. Encontramos la morada e íbamos en su búsqueda, pero ese infiel se nos aventajó. -en el tono del caballero se notaba la ira y el rencor, algo que hizo sonreír a su amo.- Los perseguimos, y le dimos alcance en la maldita caverna... pero...-
-Pero apareció el gatito blanco y te derrotó.- Su voz era como una puñalada en el estomago para Hemer. No obstante, a pesar de querer matarlo, el Demonio tenía una nueva misión para comprobar la fidelidad del guerrero y de sólo pensarlo una mueca desagradable para cualquier corazón cálido se dibujó en su rostro. -Te daré una última oportunidad, pero te lo advierto Hemer... si no logras esta misión que te impongo... Date por muerto.- El caballero asintió e hizo una reverencia a su amo.

La noche daba paso al día y Nojami se levantó con sólo ver el Sol entrando por la ventana de su alcoba. Ismael dormía aún cuando ella fue lentamente hacia la cuna donde su hija soñaba. Sonrió al ver su rostro dormido y tranquilo. No pudo evitar sentirse angustiada: ese era el día en que sellaría el destino de su hija para siempre. A partir de esa noche, Jakiru quedaría atada a un futuro incierto y peligroso, pero era su deber. Sabía que Destino tenía sus motivos para asegurar que esa pequeña que dormía era la única que podría acarrear con la responsabilidad de Cielo. Suspiró y besó la frente de la niña, despertándola. La bebé bostezó y alzó las manos para que su madre la cargara. Nomi se abrigó con su capa y salió de la habitación con Jaki en brazos. Descendió las escaleras que daban al jardín y paseó la mirada por las flores blancas. Era increíble como florecían tantas plantas en medio de ese desierto. Al darse vuelta, Cielo la observaba desde las escaleras de la entrada. -Veo que te maravillas con esas flores, mi pequeña.- Se acercó a la hechicera y besó en la frente a la niña que la miraba con una sonrisa.
-Cielo... Es increíble. Estas flores tan llenas de vida, en medio de la soledad. Ahora que recuerdo, Artemis me aseguró que aquí hay agua, me resulta increíble...
-Muchas veces las cosas más descabelladas terminan siendo las más reales, Nomi.- La Dama se rió- y este es un caso quizás... Aunque dado nuestro historial de eventos, no sé que cosa puede resultarnos rara o no. Tal como dijo Artemis, aquí... bajo nuestros pies, miles de canales de agua recorren la superficie de esta luna. Entre las treinta y tres que posee Saturno, Encélado es la del agua más pura, por ello aquí las flores nacen con peculiar resistencia a los tormentos de las estaciones.-
-Que tonta fui. Por un instante creí que habías construido este palacio aquí por el monte Iris...- Nojami se sonrojó, y observó la fuente en medio del jardín: un Dragón y una Flor, entrelazándose en un abrazo extraño.
-Y no estabas del todo desacertada pequeña -nuevamente rió con ganas.- La razón por la que el agua es tan pura, es justamente el Irismar... Verás: debajo del monte hay un enorme lago, que posee un lecho formado por esa bella piedra azulada. El agua que recorre los canales de esta Luna pasa por el filtro natural del irismar. Es como cuando decantas agua con roca y arena, finalmente tienen un líquido más puro que al principio...-
-Ahora entiendo...- Suspiró y nuevamente miró a su hija, ésta miraba el cielo sobre sus cabezas con una luz de intriga, como reconociendo que no era el mismo que se veía desde su cuna hacía unos días atrás.- ¿Cielo, cuándo...?
-Este atardecer Nojami. Nos encontraremos aquí mismo e iremos al templo sagrado. Jakiru nació bajo la protección de Saturno, por eso esta noche, cuando Encélado y Mimas se vean llenas desde el planeta, llevaremos a cabo el rito. Sólo tú y yo. Conocerás finalmente uno de los Templos del Ocho, y Jakiru se hará uno con su destino...- Al mirar a la hechicera notó inquietud en ella.- ¿Dudas Nojami?- La voz de la Dama era seria, pero no denotaba reproches, sólo deseaba apoyar a la hechicera, sabía que el que su hija se convirtiera en guerrera significaba sacrificar muchas cosas, entre ellas sus vidas juntas.
-No.- respondió con firmeza- Simplemente que me he preparado toda la vida para estos rituales, y hoy lo llevaremos a cabo. Hoy mi hija será parte del universo que la rodea con un vínculo completamente especial y único. No temo por ella, sé que es fuerte y sé que si las líneas así lo dispusieron es porque ella es la adecuada para que las Kahinas regresen... Sin embargo...
-Sin embargo es un gran sacrificio que debes hacer, y es ese mismo sacrificio Nomi, el que hará que tu hija sea poderosa. Descuida pequeña, todo saldrá bien...- Y le rodeó los hombros con un brazo mientras ambas miraban como en el horizonte el Sol se elevaba majestuoso dando comienzo a un día especial, el día en que Mimas y Encélado son plenas, conocido en Saturno como el día de las Dos Lunas.

15.12.07

Capitulo II (Parte 3)

Los cinco atravesaron la verja e ingresaron a los jardines de flores blancas. Los capullos perfumaban el aire con un aroma único y particular, con tonos frescos y levemente dulces, como un jazmín fresiado. Cerca de la fuente que se encontraba en el centro de las flores, hallabase una figura agachada, oliendo las flores. Al verlos, la Dama se incorporó sonriente.
-Dichosos mis ojos al verte mi pequeña. Estaba preocupada, las estrellas se agitaban con inusual destello este atardecer. Temí que algo pudiera haberles pasado antes de reunirse con Artemis.- La Dama extendía sus brazos hacia la hechicera cuando ésta atravesó el portal del castillo. Nojami le sonrió. Estaba cansada, pero ver a Cielo la vigorizaba, su energía se introducía por sus ojos, y la hacia sentirse feliz en lo más profundo de su alma. Esteban, Ismael con su hija aún en brazos, y Artemis presenciaron ese abrazo con sonrisas en sus rostros. -Debéis estar muy cansados, entremos. Luna se ha encargado de preparar la bienvenida. Podréis descansar, y luego nos reuniremos para hablar con detenimiento del futuro que nos espera.- El tono de la voz de la Dama ahora era serio. Miró a Esteban a los ojos, y comprendió que algo dentro del guerrero lo llenaba de dudas. Artemis simplemente deseaba ver a Luna y descansar. Al mirar a Ismael, se topó con sentimientos encontrados, de lucha y de huida. Lentamente bajó la mirada hacia la criatura que llevaba en los brazos el guerrero. Era hermosa como su madre, el cabello negro como el ópalo, su piel clara. Dormía apaciblemente justo al pecho de su padre. -¿Qué nombre le han puesto Nomi?- Interrogó Cielo, mirando aún a la niña que soñaba.
-Jakiru.- Dijo la hechicera sonriendo. Cielo le devolvió una sonrisa.
-Bello nombre... Jaki, le queda bien.- La dama suspiró. Luna salió del castillo y se dirigió hacia ellos con su paso ágil de felino.
-Han llegado, ¡se retrasaron una hora!- Los regañó la pantera.
-Yo también te extrañé, Luna.- Rió Esteban. Se sentía relajado allí, a salvo del pasado.- Me iré a acostar un momento antes de cenar. Ven Ismael, te enseñaré donde dormirán.- Y ambos hombres se retiraron, dejando previamente a la niña en brazos de su madre. Luna observaba a las damas como se miraban una a la otra. Artemis se las ingenió para apartar a la pantera de su curiosidad y llevarla dentro del castillo, diciéndole que necesitaba contarle las cosas que provocaron su retraso.
Nojami y Cielo quedaron solas en el jardín, ambas miraban a la bebé dormir tranquilamente. Cielo fue la primera en romper aquel silencio. -Nojami, me alegro de que llegaran bien. Por un minuto dudé de las profecías de Destino. Que tonta... No. No me digas que no. Yo también puedo equivocarme. Pero veo que esta vez he acertado, y con alegría. Esa niña es preciosa. Heredó cosas tuyas en cuestión de magia, sin embargo, siento en ella el alma guerrera de Ismael. Mañana por la noche llevaremos a cabo la última fase. Y ella será protegida por toda la eternidad con la Luz de las Lunas. A partir de mañana a la noche, ella comenzará a adquirir la magia de la luz. Y cuando pueda comprender el lazo que la une a la vida, comenzará su entrenamiento. Mientras, deseo que tu e Ismael viváis aquí. Ella necesita a sus padres los primeros años de vida.- Terminó la Dama.
-Y así será, Cielo. Te lo agradezco.- Respondió la hechicera. Miró nuevamente a su hija. El amor en su pecho hacía cálida su mirada. La niña sonrió, quizás únicamente porque estaría soñando con alguna cosa agradable, pero su madre se enterneció. Levantó la vista al rostro de Cielo. Veía esa misma calidez en su mirada. Definitivamente era el destino, Jakiru sería muy pronto la resurrección de una raza extinta, las Guardianas del universo, La Guerrera de la Luna.

26.11.07

Capitulo II (Parte 2)

El Sol abrumaba el suelo con el calor emitido por sus últimos rayos. Entre las sombras, un caballo azabache cabalgaba velozmente hacia el Norte. Su jinete, tapado con una capucha, embrujaba a todo lo que se le atravesara en el camino, descargando contra su casual oponente una ira desenfrenada. En el horizonte se alzaban las montañas imponentes, tras las cuales un enorme castillo de piedra oscura se escondía. Allí se dirigía el caballero negro; dos días de viaje, tres si descansaba y dormía antes de seguir. Debía llegar cuanto antes a las puertas de roca que lo conducirían a su amo.

A la ladera de una montaña de piedra blanca se elevaba el castillo. Imponente y majestuoso, estaba construido con un material que únicamente se halla en las Lunas, el Ciris: más resistente que la roca, más hermoso que el diamante, luminoso y traslucido.
La construcción estaba formada por dos lunas crecientes semi cerradas, superpuestas una sobre otra. Una cúpula irregular coronaba la extraña construcción. Completando el círculo, una puerta de dos hojas de acero protegía la entrada al castillo. En el centro un hermoso jardín de flores blancas con una fuente en el medio de las plantas, daban un toque irreal a la imagen. Paseando por el jardín, una dama meditaba. De vez en cuando se agachaba, acariciaba y olía algunas de las bellas flores. Su rostro era jovial, pero daba la impresión de estar preocupado. Miraba las estrellas del atardecer, en la medida que controlaba alguna parte de la montaña a su espalda. –De un momento a otro llegarán.- Pensaba, mientras observaba la superficie lisa y blanca del Monte Iris. En ese instante, una luz anaranjada escapó de una fisura imperceptible del monte. La dama sonrió. –Han llegado, Luna.- Un felino negro, una pantera, había llegado sigilosamente junto a ella. Aún así, lo había notado, era difícil engañarla; muchos lo habían intentado, y sus vidas se fueron en ello.
-Ya tengo todo listo. Artemis los traerá hasta aquí. ¿Por qué no los esperáis adentro? Está comenzando a enfriar, y usted debe cuidarse, no se ha encontrado bien últimamente…- La dama calló al felino con un gesto.
-He soportado peores fríos que estos, mi querida Luna. No te preocupéis por mí, estoy bien. Los esperaré aquí mismo, quiero ver a Nojami enseguida. Soy responsable por ella y su hija. No nos olvidemos que la promesa que me ha hecho es la más difícil que cualquiera ha hecho jamás. Lo mínimo que merece es que la espere aquí…- Concluyó. Luna la observó preocupada. La notaba débil, más de lo que nunca la hubiese visto. Pero aún así era poderosa, más que cualquier otra; asintió con la cabeza y se retiró, dejando sola a la Dama de la Luna.

Dentro de una pequeña cueva, escondida de la vista, una enorme fogata tomó la forma de una puerta. El primero en atravesarla fue Esteban, seguido por Ismael y la niña. Al instante Nojami se unió a ellos, y por último Artemis. –Por fin hemos llegado a nuestro destino.- Esteban parecía aliviado al ver por la salida de la cueva el paisaje. Parecido a un desierto, salvo por la ausencia de arena, a sus pies se abría un extenso territorio de suelo árido. En la base de la montaña en la que se encontraban, se alzaba un castillo de cristal. –Ese es el castillo de la Luna. Allí nos espera Cielo, mejor apurarnos.- Esteban miró a sus compañeros de viajes, que parecían exhaustos. Pronto emprendieron la bajada de la montaña. –Este es el monte Iris, Nojami. Supongo que has escuchado de él.- Interrogó el guerrero.
-Monte Iris, sí Esteban, lo conozco bien. De aquí se extrae el Irismar, una piedra preciosa con grandes dotes mágicos. No me extraña que Cielo haya elegido este lugar para construir el castillo de la Luna.
-No lo ha elegido únicamente por el monte, Nomi. Esta Luna es una de las pocas que poseen agua. Eso es lo vital.- Agregó Artemis, que al notar la expresión atónita de la hechicera, continuó- A pesar de que ves un suelo pedregoso y árido, debajo de la superficie hay innumerables canales de agua, un agua completamente pura. Ya verás cuando nos acerquemos y puedas darle un vistazo al jardín.- y sonrió.
-He soñado con poder ver los jardines de la Luna.- la hechicera miró a su hija, que aún se encontraba en los brazos de su padre. Aquel momento era lo más cercano a la felicidad que había tenido en varios meses, desde que la noticia de que su escondite ya no era seguro la hizo preparar la pronta huída de su casa.

18.11.07

Capitulo II (Parte 1)

-¿Dónde están?- Su voz se escuchaba sigilosa, aún no estando convencido de estar a salvo.
-Al fondo del túnel, dobla el recodo a la izquierda y adéntrate en las raíces de la colina. Si sigues todo derecho llegarás a una sala. Allí te esperan Nojami y Ismael. Yo los envié a penas entraron, por si llegaban antes de poder asegurar la puerta. ¿Cómo te encuentras, alguna herida que necesite curación?- La segunda voz era grave, pero armoniosa. Un dejo de rugido dejaba distinguir al Gran Tigre blanco del guerrero.
-Estoy bien Artemis. No te preocupes. Ahora debemos asegurarnos que el lugar es realmente seguro y...-
-Esteban, he estado aquí desde hace un mes. El lugar es seguro. Lo único que importa ahora es que esa niña llegue a Cielo.- El guerrero movió la cabeza en afirmación, y se dirigió por la oscuridad hacía donde Artemis le había indicado. Por su parte, el Tigre se enfrentó a la pared cerrada de la cueva donde había estado, instantes antes, la entrada. -Ad jazá, teo Lux Lunar- Un brillo indicó una cerradura secreta. -Cerradte y no volverte a abrir hasta que la magia de la Luna Suprema lo indique.- La cerradura estaba formada por tres semicírculos, alternados en orientación, y una cruz dada vuelta, como una espada con su filo hacia las estrellas, los cortaba justo al medio. Dieron 7 vueltas y la espada giró 180 grados, quedando la puerta sellada. Artemis ocultó sus alas, y emprendió el camino hacia la sala dónde el resto lo aguardaba.

La bebe se acurrucaba asustada entre los brazos de su madre, que le susurraba una canción para tranquilizarla. Ismael veía la escena hipnotizado ante la belleza de la madre y la hija. Esteban se acercó a ellos, y compartieron una mirada de seguridad. Casi lo habían logrado, sólo faltaba cruzar el portal. Artemis se les unió. - La puerta de la caverna está asegurada, nadie podrá entrar y es la única entrada... ya pueden respirar en paz.- Dijo el Tigre mirando con dulzura a la niña que ahora dormía apaciblemente recostada en el pecho de Nojami.
-Respiraré en paz cuando vea a Cielo. No ha sido sencillo el trayecto, y me temo que no nos dejarán en paz tan fácilmente.- Contestó Esteban, que estaba nervioso.
-No dije que nos dejarían en paz Esteban. Pero no hay por qué preocuparse de más ahora. Te noto inquieto y creo saber a qué se debe. Yo también lo reconocí cuando lo ataque.- Artemis miraba fijo los ojos del guerrero.
-¿De quién habla Esteban? ¿Acaso conocías a quien nos perseguía?- Ismael parecía incredulo. Aunque realmente no habían podido hablar con mucho detalle de sus perseguidores, pensó que un dato tan importante no debió ser omitido.
-Hemer.- hizo una pausa antes de continuar. -Él nos perseguía. Lo presentía, estaba casi seguro. No se los dije porque no creí que fuera necesario, y realmente confirmé mis sospechas al verlo aquí afuera, al atacarnos. Yo, quizás guardara alguna esperanza de que su traición fuera sólo mentiras, intrigas metidas por viejas brujas en las mentes humanas. Pero evidentemente, no quedan dudas de que Hemer está en contra nuestro. Y el hecho de que yo lo conociera, fue seguramente lo que atrajo la atención del enemigo sobre él.
-Ahora entiendo. Pero bueno, la próxima vez dime todo lo que sepas, aunque dudes.- Ismael parecía enfadado. Artemis los miró con una expresión severa. No era momento de ponerse con susceptibilidades. Debía apurarse y abrir el portal... y cruzar.
-Nojami, necesitaré algo de tu ayuda para abrir la puerta.- Siguiendo la ordenes de Artemis, dejó a la niña en brazos de su padre. La caverna era circular. Las paredes subían lisas hasta el techo, que terminaba como una cúpula, formando la ladera del lado de afuera de la colina. Un fuego estaba encendido justo en el medio de la sala, el cual lograba alumbrar cada rincón. El Tigre dibujó con un polvo gris un círculo alrededor del fuego, de 4 metros de radio. Nojami marcó con una estrella de magia cuatro puntos. Enfrentando el túnel que llevaba a la entrada de la caverna, se ubicó la hechicera. Esteban frente a ella, al otro lado del fuego. En medio de ellos, Ismael, formando una triada. Finalmente Artemis se paró enfrente al guerrero y su hija.- Como se darán cuenta, cada uno está ubicado en un punto cardinal, ya saben, pero se los recordaré, no deben moverse por ningún motivo a menos que yo se los indique.- El restó movió la cabeza afirmativamente. El gran Tigre procedió a invocar un conjuro, primero en voz baja y luego subiendo el tono.- Cov Soler, teo Izdir Aziul, ven Lux Lunar jo fed. ¡Puertas secretas, abránse y dejadnos pasar!- Del fuego se expandió una luz. La niña comenzó a llorar, su padre la abrazó para protegerla del resplandor de la llama. No los quemaba, simplemente los atravesaba con su luz. De un momento a otro, la llamarada se expandió, dejando entrever una especie de portal, que los conduciría hacia su destino.- Primero tú, Esteban.- Siguiendo la orden del Tigre, el guerrero atravesó el fuego, y desapareció en el portal.- Sigues tú Ismael, protegela al cruzar.- De un salto, Ismael se adentró en el hoyo negro en medio del fuego. Nojami lo siguió. Finalmente Artemis susurrando el final del conjuro, entró en el portal.- Cerradte, Fen inov.- Y desapareció todo rastro de los cinco que instantes antes respiraban en esa sala. El fuego se extinguió sin dejar rastros.

10.11.07

Niveles de conciencia

Miró las estrellas, y su contraste entre el manto negro y la luz blaquesina que brillaba a millones de años luz. -¿Cómo es posible que el espacio, el vacío sea oscuro si todas esas estrellas brillan allí arriba?- Su ceja se levantó ligeramente mientras miraba, recostada en la chapa del techo, las estrellas.
-¿A qué se debe tu pregunta?- Su gata la miró aún más extrañada que ella misma por los misterios del universo. -Bueno, ¿y cómo sabes que el espacio es oscuro?- La sonrisa se podía ver en el rostro del animal, sentado junto a su dueña, y mirando hacia el firmamento.
-Bueno... Se ve oscuro...- En realidad no lo sabía, instaurado por los libros, el espacio exterior debía ser oscuro, vacío, sin nada. -Ya sabes, las filmaciones, el hombre en la Luna, el manto oscuro. El espacio es vacío... Los astrónomos pasan sus vidas estudiando el universo, las supernovas, las estrellas, los planetas...-
-Y no saben absolutamente nada.- Concluyó la gata, que miraba fijo una estrella en particular, aquella que es la primera en aparecer al caer el Sol, y la última en esconderse temprano a la mañana. -A ver, los científicos dicen que los animales no tienen un nivel de conciencia que nos permita admirar las maravillas que ellos fabrican. Yo digo que el hombre ha perdido su capacidad de ver la realidad. Te basas en que la noche es oscura, que las estrellas brillan entre un paisaje negro, bueno, si razonas un poco verás que de día el cielo es celeste. ¿Por qué cambia de color? Como bien sabes por la posición del Sol- La niña asistió. -Lo que pasa es que cuando el movimiento de la tierra tapa al sol, queda sumida en una oscuridad de su misma sombra.
-Claro...- Intentaba encontrar el final de la frase de su gata, pero no la veía...
-¿Y cómo podes vos distinguir las sombras?-
-Bueno, porque las sombras son el reflejo de un objeto en medio de la luz.- Algo se estaba formando en su cabeza. "Luz, sombra, oscuridad... Las sombras no pueden ser vistas en la oscuridad absoluta. En la oscuridad no hay luz, entonces no pueden haber sombras."
-La luz viaja a través de todo el universo, ¿Verdad?- Nuevamente la niña movió la cabeza afirmativamente. -Y si viaja por todo el universo, ¿en algún momento deja de ser Luz?- Miraba a su dueña que levantaba una ceja. -No. Justamente, la luz de las estrellas tienen la capacidad de viajar miles de millones de kilómetros, y siguen siendo luz durante todo su trayecto. Entonces, por lógica natural, si la luz se expande en el universo, ilumina todo el espacio.- Su dueña se quedó callada. Comprendía en algún nivel de su conciencia lo que su gata le estaba explicando. Volvió su mirada a las estrellas. -La oscuridad que ves, lo negro, es sólo la sombra, la transición entre la luz y la oscuridad.-
-Como la gama de grises... A ver, entonces... La luz, la sombra y la oscuridad. Así sería el ciclo, ¿no?- Algo daba vueltas en su cabeza.
-Digamos que si. Es algo un poco más complejo. Yo soy gato, yo veo en la oscuridad de la noche porque aún en lo que nosotros llamamos oscuridad, hay luz. La luz de las estrellas, que es minúscula, pero está. La luz de la Luna, a la cual le tenemos adoración los animales porque nos permite ver de noche. Pero hay una luz más esencial, que nos permite distinguir las cosas: nuestra propia luz.- La gata se calló un instante antes de continuar, su dueña la miraba expectante. -¿Recuerdas los ejercicios de energía que estabas practicando? Bueno, ¿cómo ves vos tu energía?-
-Como... Mmmmmmmm... Depende. Quiero decir, a veces naranja por el fuego. Celeste por agua. Blanca cuando se mezclan los cuatro elementos... Como una luz de colores.-
-Exacto! Luz. Todos los seres del universo emitimos luz. Y todos los seres del universo conocen acerca de su propia luz. Por lo general, los humanos educados bajo la sociedad católica la conocen como aura. En Oriente lo llaman "Ki". Tiene muchos nombres según las distintas filosofías. Pero todos se refieren a lo mismo: la luz que sale de nuestro interior, que nos hace ser lo que somos. Tal y como decían los griegos, sabia sociedad, la esencial del ser.-
-Entonces, mi energía es luz. Pero vos me dijiste que yo puedo manejar mi energía porque es activa. Por eso tiene colorcitos.
-Claro. Muchos de los seres humanos no entienden que es la luz interior. Casi todos ellos, tienen su luz dormida. Por eso los ves grises. Por que no pueden explotar esa energía interior. Vos pudiste, y tu energía es realmente particular. Pero ellos no. Se quedaron en la pasividad de la seguridad que da no saber, no querer comprender. Manejar energía no es un trabajo fácil, y mucho menos es rápido. Ahora solo puedes ver la energía de los otros porque ves la tuya propia. Si ellos tocan las cartas, su energía queda registrada en ellas, porque es como una huella digital, que nos representa. Ahora bien, tu no puedes aún pararte en medio de un montón de gente y distinguir sus respectivas energías. Si podes, como quedó demostrado la otra vez que te mareaste, sentirlas. Más si es un gran cúmulo de tristeza. Pero no puedes verla. Algún día podrás. Pero ahora no. La energía es lo que nos hace vivir. Queramos saberlo o no. Y es lo que muchos de los animales podemos distinguir. Es eso lo que nos permite mantenernos lejos del peligro y cerca de los amigos. La energía de cada uno se trasmite a cada cosa que nos significa algo. Tu cuarto está lleno de tu energía, de tu luz.
-A ver, entonces, haciendo un panorama de todo lo que me dijiste hasta ahora: La luz se encuentra en todo el universo, porque en todo el universo hay seres vivos que la poseen, y se expande continuamente por el espacio iluminándolo todo. Por eso existe la noche, porque en medio de la luz, y de la principal que el hombre puede ver, el Sol, la tierra genera sombra, como es lógico al "darle la espalda". Pero, un minuto. La oscuridad no existiría en todo caso, porque si en todas partes hay luz, aunque el hombre no la pueda ver, la oscuridad absoluta no existe.
-No es tan sencillo.La luz y la oscuridad es una relación ambigua. Nosotros podemos saber que hay luz porque sabemos que en algún lugar la luz no puede llegar. Si todo fuera únicamente Luz, no tendríamos la noción de la misma. A su vez, si todo posee su luz, porque no te confundas, aun el agua misma tiene su propia luz, como puede haber un lugar dónde la luz no exista. La respuesta no la sé. Quizás nunca la sepamos. El hombre le puso el nombre de oscuridad a la ausencia de luz. Quizás la oscuridad no es más que un gran espacio iluminado en que todo emite su luz, y todas las energías se confunden formando algo nuevo que no se puede separar en partes. La luz guarda una cierta relación con la armonía del universo. Y para que haya armonía debe haber equilibrio. Y para que exista un equilibrio deben haber mínimo dos cosas: la Luz y la Oscuridad. ¿Qué es lo que existió primero? Suponiendo que alguna haya sido creada antes que la otra. No lo sé. Es como el acertijo del huevo y la gallina. ¿Existe Luz porque existe la oscuridad; o existe la Oscuridad porque existe la luz? Es algo indescifrable dado el nivel de conciencia que manejamos, que aún siendo superior a la común de las personas, no es la óptima como para albergar los secretos más celosamente guardados del universo.-
-Y bueno, entonces. El espacio exterior está iluminado.
-Sí. Como todo lo que llegamos a conocer hasta el momento.


/...\



Pero el Desierto oye, aunque los hombres no oigan, y un día se convertirá en un Desierto de sonidos.

Miguel de Unamuno
...

¿Qué es el futuro?¿Qué es el pasado?¿Qué somos? ¿Cuál es el fluido mágico que nos rodea y oculta las cosas que más necesitamos saber? Vivimos y morimos en medio de maravillas.

Napoleón Bonaparte
...

Porque entonces caminaba solo
Bajo las silenciosas estrellas y en ese tiempo
Percibí lo que el sonido tiene de poder
Y permanecía
En la noche ennegresida por la tormenta inminente
Bajo una roca, escuchando las notas que son
El fantasmal lenguaje de la antigua tierra
O tienen su difusa morada en los vientos distantes.

Y allí bebí el poder de la visión.

William Wordsworth (Preludio)

27.10.07

Capitulo I (Parte 7)

-Rápido, rápido... Allí están las huellas, no están lejos, corran bestias humanas. ¡Debemos alcanzarlos antes de que la Luz salga!- El líder de la manada de Camils deseaba terminar de una vez por todas aquella ardua persecución. Su amo los seguía de cerca, montado en su caballo. Los cazadores apresuraron su carrera. Lo lograrían, si se esforzaban llegarían a interceptarlos antes de que los perseguidos entrasen a la caverna del Sol. Y eso debía de ocurrir antes de que el Sol mismo saliera. Las huellas mostraban que las presas estaban a unos kilómetros de distancia únicamente. Al alcanzarlos, el fin estaría en sus manos.

Esteban sintió la energía en aumento de los cazadores y de Hemer. Estaban ganando terreno, y todavía faltaban varios kilómetros hasta la caverna y su salvación. Nojami mostraba decisión en la toma de riendas de su corcel, al cual le inspiraba confianza para que pudiera correr más rápido. Su hija en brazos, que miraba el cielo mientras sentía el viento azotar contra su manta. Ismael cerraba la fila, mirando hacia atrás y adelante, buscando señales de los perseguidores y de su destino. -¿Estamos lejos aún, Esteban? Se adelantan con rapidez, deben de habernos sentido cerca. Hay que apresurarnos.- Ismael guiaba a su caballo con una mano, y con la otra tocaba su espada, listo para desvainarla en caso de necesidad.
-No tan lejos Ismael, 7 kilómetros. ¡Vamos!

-Allí los veo, a 3 kilómetros. Están los tres, los cuatro. La madre viaja con la niña. Los dos hombres la protegen. Pero será fácil vencerlos. - Gritó uno de los cazadores bajando de un árbol. La visión de los Camils podía cubrir largas distancias. Los otros lanzaron un grito de victoria, quizás anticipado. Se apresuraron. La adrenalina les estimulaba los sentidos. La presa, estaba al alcance de la mano.
El único que no parecía compartir tal emoción era Hemer. A pesar de no ver su cara, los cazadores sentían que estaba serio. No cantaría victoria. No hasta tener entre sus manos a la niña, y la espada rota de Esteban.

A lo lejos, frente a ellos, un aura blanquecina comenzó a asomar. Estaban próximos al amanecer y el fin de su huida no estaba ya tan distante: 2 kilómetros. Lo lograría, sólo debían mantener el esfuerzo hasta cruzar el portal. Artemis los estaría esperando. Sobre sus cabezas, las estrellas daban sus últimos vestigios, atravesando la espesura de las nubes.
-Lo lograremos, amigos. ¡Por Cielo y la Luna que lo lograremos!- gritó el joven guerrero alentando a los caballos. Sin embargo, un alarido se oyó de fondo. Atrás de ellos, a lo lejos, aparecieron dos cazadores corriendo. Los habían alcanzado. Esteban desvainó su espada, e Ismael lo imitó. No dejarían que llegasen a tocar a la hechicera y a la niña.
-Mantengan la velocidad, no dejen de cabalgar. Un instante de confusión y somos presas muertas. Estamos a sólo un kilómetro de la caverna. Corramos mientras podamos. Nojami, tu adelante, debes ser la primera en llegar.- El guerrero daba instrucciones con decisión, mientras se ponía junto a Ismael, defendiendo a las mujeres. Cerca, cada vez más cerca. Ahora eran diez los cazadores que se encontraban persiguiéndolos. Y seguramente habría más.
En un instante inesperado un cazador se abalanzo sobre Ismael, intentando sujetarlo y arrojarlo de su caballo. Esteban acudió a su ayuda, y con un corte eficaz separó el cuello del cazador del resto de su cuerpo. Pero eran muchos, y esa muerte sólo enfurecía más al resto de la manada, que con odio corrían detrás de ellos para vengarse. Uno de ellos llegó junto a Esteban. La caverna estaba frente a ellos. Oscura, pequeña, secreta y mirando hacia el Este. Un sitio el cual era iluminado por los primeros rayos del Sol, antes de cualquier otra ladera. Nojami se había adelantado, y estaba al umbral, esperándolos. Su caballo había volado con la velocidad del viento.
-Entrad. Nojami, entra y busca a Artemis. ¡Debes llegar con Cielo! No nos esperéis.- Ismael gritaba con todas sus fuerzas cuando escuchó un grito junto a él. Un cazador se había lanzado contra Esteban, que luchaba por quitárselo de encima. Ismael intentó acercase, pero el resto de los cazadores los habían separado demasiado. Fue entonces cuando lo vio. A lo lejos un caballo oscuro como el azabache, con un jinete envuelto en una capa negra que se dirigía directo a Esteban. El joven lo miró y le ordenó que corriera a la cueva, debían llegar al portal, ahora. Clavando su espada en el tórax de uno de los cazadores que se le abalanzo, Ismael se dirigió hacia la caverna, cabalgando los pocos metros que lo separaban de la entrada. Nojami ya había ingresado.
Esteban luchó contra los cazadores, y veía acercarse cada vez más a Hemer, al cual le brillaban los ojos detrás de la oscuridad de su capucha. ¿Ese era el momento?¿Allí definirían esa disputa que nunca se inició realmente, aquella instaurada por las mentiras de los demonios? Era extraño, Esteban no pensaba que ese sería el final de todo. Los cazadores se alejaron asustados. El guerrero tardó un instante en comprender. Una sombra lo cubría. Levantó la vista, y vio un gran felino blanco volando sobre él. Hemer apresuró su caballo. Esteban reemprendió la carrera hacia la entrada a la caverna. No, definitivamente ese no era el momento. Su espada no se mancharía hoy con otra sangre que no sea la de cazador. La furia de Hemer se hacía presente en el aire, no dejaría que Esteban huyera así.
El enorme tigre blanco descendió, y se interpuso en el camino del caballero negro. Hemer desvainó su espada, y atacó al Gran Tigre, el cual desplegó sus alas, y con un movimiento fugaz esquivó el ataque. Con sus ojos celestes apremió al atacante, y con un rayo de luz, lo cegó. Detrás de él, el Sol asomó por el horizonte; los cazadores habían huido. Cuando recuperó la visión, Hemer observó que tanto Esteban, como la puerta de la caverna habían desaparecido. Su misión había fracasado.

23.10.07

Capitulo I (Parte 6)

El líder de la manada se detuvo olfateando el aire. Cerca... Muy cerca. Las huellas eran invisibles, pero sabía que habían pasado por allí no mucho antes que ellos. Miró las estrellas. Tres horas, cuatro a lo sumo. Las hierbas aparecían masticadas. Dos... Tres caballos. Debía apurarse, sino la presa se les escaparía. Miró a su amo, el espectral guerrero humano montado sobre su corcel. Su cara oculta tras la capa, aún así el cazador sentía la mirada del amo, atravesando el aire espeso de humedad -¡Sigan! Esta vez no ha de escaparse. No pueden dejar que escapen a la caverna. ¿Entienden?- Su voz era severa y decisiva. Los cazadores respondieron con un movimiento de la cabeza, y comenzaron a correr, cual manada de lobos hambrientos que ven a su única comida en el invierno escaparseles por las garras. Hombres. O al menos eso parecían. Una raza de hombres peligrosos y feroces, que no conocían la piedad o el perdón más que para los miembros de su manada. Sin embargo, el ser parte no era tampoco una real seguridad de no ser atacado por la espalda. La naturaleza del cazador era buscar su propio bienestar, que por lo regular estaba ligado al bienestar de la manada. Mas si no era así, por un instante aunque sea, no dudaría en dar la espalda y correr tras su propio bien. Astutos, con sentidos altamente sutiles a todos los estímulos, dientes filosos y manos fuertes. Hombres, o al menos eso parecían.
El guerrero oscuro, Hemer, agitó las riendas de su caballo y comenzó a perseguir a los cazadores. Él también sentía el débil rastro de energía que habían dejado los perseguidos. No eran tres, sino cuatro los que huían: dos hombres, guerreros. Una mujer hechicera, muy poderosa. Y una niña, una pequeña niña. Esa criatura de casi un año era el verdadero motivo de la persecución. Ella debía ser la presa, morir. Sentía las tres energías flotando en el aire. La de la niña era casi imperceptible, pero existía.
El corazón de Hemer latía con rapidez, no sólo por la adrenalina que corría por las venas al ver la culminación de su misión, sentía en el aire un aroma que le era conocido. Un hombre joven. Fuerte y audaz. Lo reconocía, había cambiado un poco, era verdad, pero era la misma energía pura: Esteban. El joven guerrero que había sido como su hermano, aquel que Mefisto le había dicho que era traicionero. No. Era verdad, Esteban efectivamente lo había traicionado. Él lo sabía, Esteban prefirió servir a una Dama antes que permanecer con su amigo, su hermano. Prefirió la fama y la gloria antes que su familia. Mefisto tenía razón, ese guerrero no era más que un vil traicionero y mentiroso. Él, Hemer, debía haber servido a la Dama. Él era el más poderoso de ambos. La furia le atravesó la mirada, los cazadores aumentaron la velocidad. Sentían calor, el calor de sus presas que quedaban a cada instante más cerca de ellos. Correr, debían correr.

Esteban miró atrás. Allí los sentía también, cazadores. Estaban apresurándose, seguramente habían sentido sus presencias. No tenían tiempo que perder -Ismael, Nomi. Apresurense. Allí vienen, debemos llegar antes del amanecer a la caverna. No estamos lejos, pero no deben alcanzarnos. Rápido, y si algo sucede, no se detengan, corran. Huyan. Artemis nos espera, pero tiene ordenes a cumplir. La niña debe llegar sana y salva a Cielo, debe hacerlo.- La voz de Esteban era decidida. Nomi miró las estrellas
-Viento, dale tus alas a estos corceles. Danos velocidad.- La magia brotaba de la mano de la hechicera. Su energía se fundía con el aire. Amarillo, Viento. -Corred caballos, demostrarles a los cazadores que no hay como los corceles de la Luna.- Junto con el relincho de los tres caballos, comenzaron a ganar velocidad. Esteban sonrió a Nojami. Lo lograrían, tenía fe en ello.

19.10.07

Capitulo I (Parte 5)

Ambos se quedaron expectantes, tratando de procesar aquellas bajas e importantes palabras dichas por la Dama. Nojami miraba los ojos de Cielo, buscando un significado oculto detrás de las letras habladas, pero no lo encontraba, no existía otro significado que el que las mismas palabras poseían.
-Pero, ¿cómo yo podría engendrar un ser tan único siendo simplemente una hechicera, Cielo?- su voz denotaba un cierto rastro de incredulidad y quizás, en lo más profundo de su corazón, miedo. Ismael únicamente miraba el piso, su mente en esos momentos era impenetrable, aún a los ojos de su amada.
-No es cuestión de naturaleza Nomi, tu ser es tan maravilloso como las estrellas que ves sobre tu cabeza. Sabía perfectamente cuales podrían llegar a ser tus reacciones, y esta era una posibilidad. Si no deseas cargar con este enorme peso que implica llevar en el vientre un alma pura y única, no te culpo. Yo también, estando en tu lugar, temería, no sólo por mi vida, sino por la de la criatura. No te presionaré para que lleves acabo algo que, tal vez, no te corresponde realmente, esta es una cuestión delicada y de vital importancia y...- Pero Ismael, quizás olvidándose de sus miedos hacia la Dama, la miró a los ojos, y en ellos encontró una palabra que buscaba desde hacía un rato: Destino.
-Nomi, mi amor. Tu decides. El día que te vi, te ame como jamás amaré a nadie, y hoy sigo manteniendo intacto ese sentimiento. Supe, también, que nunca jamás te abandonaría y que estaríamos juntos en todas las pruebas que nos imponga la vida... y el destino. Tu decides.- Ismael la miraba a sus ojos, y en sus pupilas veía reflejado el bello rostro de Nojami, que lo miraba como si aquellas palabras eran exactamente lo que necesitaba. La hechicera buscaba respuestas en su mente, pero no las hallaba. No había ningún conjuro, maleficio, consejo que la ayudara. Sin embargo, encontró un recuerdo, perdido entre miles de momentos felices. La noche, el silencio, la Luna brillando con intensidad en el cielo... Y la Dama junto a ella, hablando de viajes futuros y pasados: "Nomi, mi bella y pequeña Nojami. Pronto serás una gran hechicera, lo presiento; jamás bajes los brazos y dejes de soñar, absolutamente nada que tu quieras lograr está lejos de tu alcance, sólo debes intentar. Pero nunca, escucha con atención, nunca tomes nada de lo que hagas a la ligera, todas tus decisiones guardan equilibrio con el resto de las cosas, y una vez que comienzas un camino, lamento decirte que no hay vueltas atrás."
-Cielo, necesito que me des tiempo. Entiendo la gravedad e importancia de esta decisión. Debo pensarlo, y buscar en mi alma que es lo que realmente deseo. Luna llena, tendrás mi decisión.- Cielo observó la seriedad de su rostro y comprendió. Movió la cabeza afirmativamente y la abrazó. Si el destino era que esa joven hermosa y valiente, y aquel guerrero audaz y valioso fueran los padres de quien estaría destinado a proteger el universo, así sería.

Ismael se acercó a Nojami, y con delicadeza le acarició el brazo. Su amada volvió a la realidad y notó en el aire el aroma no tan lejano de los Cazadores. Debían continuar. Cabalgar deprisa hacia donde el Gran Tigre Blanco los esperaba para guiarlos a través del portal hacia Cielo. Ambos miraron la Luna y luego a los ojos del otro. Movieron la cabeza afirmativamente y con decisión.
Esteban montó al equino, y sus compañeros de viaje lo imitaron. La pequeña bebé seguía calma en los brazos de su madre, parecía entender que el tiempo los apremiaba y no exigía una atención mayor a la necesaria. Los guerreros tiraron de sus cuerdas al unisono, partiendo juntos seguidos por la hechicera hacia el Este. Refugiándose en la oscuridad.

19.9.07

Capitulo I (Parte 4)

Esteban los llamó, y les indicó que comiesen algo antes de volver a partir, estaba nervioso, se notaba en su mirada, y no deseaba tentar a las bestias para que cayeran sobre ellos en emboscada. Joven pero audaz, aún así no quería arriesgarse, sabía que iba detrás de ellos. Hacía tiempo se había enfrentado a los cazadores de Camil, en una batalla en horizontes lejanos. No les temía a los cazadores mismos, sino al amo que los guiaba esta vez. Conocía perfectamente a aquel ser oscuro que los perseguía únicamente para impartir el juicio de la injusticia. Hemer era su nombre, y fue también su amigo. Los caminos de la vida los habían puesto a prueba, y cada uno eligió. Hemer nunca perdonó a Esteban por no preferir estar junto a él, antes de servir a la Luna, y aún no lo había olvidado. Su rabia era sentida por el joven guerrero a lo lejos, y por eso deseaba partir lo antes posible, deseaba postergar ese encuentro hasta que fuera realmente necesario, y sobre todo debía proteger a la familia, era consciente que ellos solos contra una manada de Camils era una batalla perdida.
Ismael apoyó la mano en su hombro, para darle fortaleza, ambos hombres se conocían desde hacía tiempo, juntas sus espadas vencieron males antiguos. Ellos no conocían el temor a la muerte, pero toda precaución era poca, nunca confundieron la temeridad con la racionalidad. El objetivo principal era llegar a la caverna, y poner a salvo a la jovencita que dormía en los brazos de su madre, que los miraba con sus ojos negros y profundos.
Ambos le sonrieron, Nojami era una delicia para los ojos y los corazones afligidos, su energía manaba de su ser con una intensidad insólita esa noche en que el peligro les pisaba la pista, pero ella se mantenía firme, su promesa se lo requería, aquella misma que dos años atrás le había hecho a Cielo. Mientras los guerreros volvían a cargar a los caballos para continuar la travesía, su mente se alejó, y llegó a una cueva, escondida tras una pequeña cascada en el lejano oriente. Allí Cielo los había llevado para conversar tranquilos y a resguardo de espías.
-No recuerdo cuando fue la última vez que estuvimos reunidas...- Su voz sonaba melancólica y con algunos rastros de reproches.
-Quizás 4 años, o un poco menos... Las cosas no han sido fáciles para mí desde entonces. Todo se ha complicado enormemente, diría. Y ahora que te veo, una esperanza vuelve a nacer en mi alma entristecida por los acontecimientos infortunios que han nublado mi espíritu todos estos años.
-Cielo, no hables así. No sé que males pueden suceder en el universo, pero nunca tu espíritu debe nublarse, tu eres la única que puede hacer algo para que los presagios de Destino lleguen a un buen puerto...
-No mi amada Nomi, las cosas no son ya de ese modo. El mal ha crecido, mi energía se ve reducida, y no hay manera en que sola pueda seguir luchando por cientos de milenios más.
-¿Entonces, eso qué significa Señora mía?- Por primera vez Ismael se había atrevido a dirigirse a la Dama, que con su temple calma le tranquilizaba el alma, pero en los ojos de aquella mujer, si es que podía llamarse así a tal maravilloso ser, podía apreciar que los poderes y los secretos de cientos de galaxias estaban en su interior. La Dama de la Luna: Cielo, era su nombre. Hasta ese momento era lo único que su esposa atinó a explicarle durante el trayecto a la cueva.
-Ismael, podéis llamarme por mi nombre. Hemos sido injustas con vos, desde nuestro encuentro no hemos tenido oportunidad de darte alguna explicación. La verdad es que tu amada y yo nos conocimos hace tiempo, en la orilla del mar de oriente. Es de tu conocimiento que ella es una hechicera de la Luna, y he sido yo misma quien la ha iniciado en tales artes mágicos y milenarios. Y realmente ha dado honor a ese juramento. -Hizo una pausa, y dirigiéndose a ambos continuo- Ahora he venido a pedirles un favor a ambos, implica gran responsabilidad, y sacrificio, pero no hay alguien más adecuado, si esa es la palabra, para cumplir dicho destino.
- Habla Cielo, sabes que cualquier cosa que me pidas, la realizaré, aunque tenga que arriesgar mi propia vida en ello...- Pero un gesto de la Dama la detuvo.
-No adelantéis tu palabra Nojami. No antes de escucharme con atención, este destino que debo cumplir no es sencillo de entender, y menos para quien debe llevarlo a cabo.- La hechicera y el guerrero la miraban expectantes, en sus mentes no podían imaginar qué era aquello que tanto costaba decir.- Como te decía, estoy débil, no sé si podré resistir mucho más sola... Lo he consultado con las líneas del destino, y aún así no me he convencido. Recurrí a todo consejo sabio que encontré, y Destino me ha dicho finalmente que sólo hay un camino que seguir. Es hora que una nueva guerrera entre en acción. Una hija de la Luna y el Fuego. Pero yo no podré ser la madre de dicha criatura, ya que las cartas han dispuesto que esta vez, la guardiana de la Luna debe ser un ser mortal, inmortalizado por la Luz de la Luna llena. Nojami, he venido a pedir que vosotros dos seáis los padre de la futura Guardiana y guerrera de la Luna.

14.9.07

Capitulo I (Parte 3)

Los árboles susurraban al paso rápido de los caballos. Tres viajeros y una bebe pasaban velozmente sobre el camino de hojas muertas. Sólo el sonido de sus respiraciones agitaba la quietud del bosque, y el movimiento de sus capas denotaba la existencia de cuatro seres escapando a la muerte injusta. La luna intentaba en vano atravesar la espesura de las nubes puestas sobre la tierra por el poder oscuro.
Dos hombres, una mujer, y la niña. Nadie recordaría jamás sus pasos por ese sendero, nadie lograría entender la prisa sin saber el motivo de su huida. Esteban les dio la orden y se detuvieron, los caballos necesitaban un momento para descansar o no lograrían resistir el resto del viaje. Se ocultaron detrás de los primeros árboles y Nojami, la mujer, conjuró al viento para que borrara las huellas dejadas, y desvaneciera sus aromas del aire que volvía hacia su casa, dejada atrás ya por varios kilómetros. El viento le respondió sus plegarias con una brisa, sonriéndole. Su esposo se acercó a ella y le indicó que fuera hacia donde Esteban organizaba el humilde equipaje que habían logrado reunir al salir. Nomi lo miró a los ojos, tantos años fueron felices, habitando donde los llevara el destino, buscando aventuras, amándose. Habían realizado su sueño, tener una hija, un ser fruto de ese amor eterno que se profesaban el uno al otro. Sin embargo, no todo sucedió como esperaban. Ismael miró los ojos de su mujer y en ellos admiró las ventanas del pasado, observó aquella tarde en que el destino les pidió la vuelta del favor: Una mujer, alta, con un aura blanquiceleste los detuvo en medio del atardecer. Él se había asustado -recordaba- mientras que su esposa, aquella joven hechicera se había mantenido calma. Se dejó llevar por sus recuerdos y se vio a si mismo parado en medio del prado, aferrando la mano de su mujer y llevándola detrás de sí para protegerla. La figura fue apagando su resplandor y dejo ver su hermosa y cálida forma, una bella mujer, alta e imponente, mas no atemorizante. Se acercó aún más. Entonces Nojami salió detrás de su guerrero protector y caminó hacia ella. A menos de un metro de distancia, Ismael las observaba. Ambas mujeres tenían sus ojos fijos en los de la otra, como si hablaran sin pronunciar palabras, como si su entendimiento estuviera más allá de cualquier comprensión mortal.
-No pensé que volvería a verte algún día...- Dijo Nojami, mirándola, examinándola como si buscara algo que le indicara que aquello no era más que una farsa, un engaño dulce a los ojos debido a algún hechizo poderoso.
-Y yo esperaba jamás hacerlo.- Además de lo majestuoso de su imagen, su voz era profunda como el océano, y melodiosa como la de las Musas. Su Ser era superior a todo lo conocido por el guerrero, que todavía las miraba desde una distancia lo suficientemente apartada como para no interrumpir aquel encuentro intimo entre las damas, pero lo necesariamente corta para saber que pasaba y actuar en caso necesario, nada le haría daño alguno a su amada sin que él lo impidiera.
-Cielo... Tantas noches he pensado en ti, he buscado respuesta en las estrellas pero no han querido revelarme el futuro ni darme señal de tu paradero. Destino ha sido aséptica conmigo y...- su voz fue interrumpida por el gesto de la Dama.
-Has olvidado algo importante mi amada Nomi, Destino jamás te dirá lo que vos aún no debéis saber. Ahora, deja los reproches para un momento más calmo, detén el latir ligero de tu corazón y haz que tu esposo se acerque, así podremos ir a algún sitio seguro y hablar.- La hechicera se acercó a su esposo, y le presentó a Cielo. La Dama le sonrió haciéndole sentir en paz, y los tres se alejaron en el crepúsculo hacia el Este.
Su mujer le acarició la mano, devolviéndolo a la realidad, y compredió donde anduvieron vagando sus pensamientos, lo conocía, y por eso lo amaba, esa noche más que nunca lo amaba, y sabía que lo amaría toda la eternidad.

9.8.07

Capitulo I (Parte 2)

-No están lejos, siento sus presencias a no más de un día de distancia. El guerrero iba apurado, seguramente también se dio cuenta de que nosotros le seguíamos la pista... ¿Qué hacemos nuestro señor?- El cazador miraba hacia las colinas ya no tan distantes como el día anterior. Su olfato estaba alerta, y su mirada buscaba pistas en el suelo. Parecían hombres, furiosos, predadores, ansiosos de salir a la carrera por una nueva presa. Eran los cazadores de Camil. Tenían la capacidad de seguir el rastro de una presa por kilómetros, y eran inmunes a los conjuros simples de evasión. Los cuatro viajeros no tenían tiempo para conjurar un escudo lo suficientemente poderoso que los protegiera en el viaje, no tenían otra opción que correr, y ser más rápidos que los perseguidores; el peligro no estaba en que los encontraran, a esas alturas ya sabrían a donde se dirigían, y existia un único camino. Esteban se había asegurado de recolectar agua de luna llena para calmar la fatiga de los caballos, y poder llegar lo más rápido posible a la caverna del Sol. Los estaría esperando Artemis, protector de las laderas de la sagrada colina, una vez allí podrían cruzar el portal y reunirse con la dama de la Luna.
-Deben adelantarse cazadores, no pueden escapar. ¿Has entendido Josua? Si consiguen reunirse con Cielo, lo pagarás con tu vida.- La mirada del Señor atemorizó a los cazadores, su capa oscura sólo dejaba entrever sus manos, y sus ojos brillaban de furia. El terror se adelantaba a cada paso suyo, la maldad era perceptible en el aire. El séptimo hermano de la luna nueva, aquel que tenía los poderes oscuros de la Tierra. Él había sido elegido por Mefisto, uno de los siete demonios, para llevar acabo esa misión, y estaba dispuesto a todo con tal de servir a su amo.

20.7.07

Capitulo I (Parte 1)

- ¿Acaso tu tienes en tus manos la clarividencia de Mercurio?¿O el poder curativo de Júpiter? No hables de cosas que no conoces... Hay mucho más allá de la línea de este horizonte. Jamás creas que sabes lo que piensan los otros, eso es subestimarlos. Lo entiendes, ¿no?
Su mirada se clavo en los ojos de ella, recorrió su mente, se involucró en su alma, llegó a su corazón y confirmó que estaba aterrada.
-Si, lo he entendido... Disculpa, no creí que... Bueno, las cosas resultaran así.- Bajó la cabeza deseando que la tierra la tragara y desapareciera de esa escena tan vergonzosa.


Su historia comenzó una noche inusualmente oscura, ni las estrellas podía distinguirse en el gran manto negro de la inmensidad del cielo. En un paisaje poco conocido, lejos de las advercidades de la maldad, una pequeña familia habitaba en la falda de una colina. Allí había logrado esconderse durantes años felices y apacibles. Había logrado olvidarse de la tortura y ser felices, al menos un poco. Ella era apenas una niña recién nacida, aprendiendo los aromas de sus padres cuando un joven llegó a buscarlos. Llegó desde muy lejos, cansado por el arduo viaje, y trayendo noticias urgentes: debían correr, escapar de allí cuando antes. Los padres esperaban ese momento, sabían que algún día habrían de encontrar su escondite. Su madre actúo como si toda su vida hubiera esperado ese momento, su padre tomó su espada, y juntos besaron a la pequeña bebe. El padre apartó al joven y lo llevó afuera mientras su mujer recogía lo necesario para el viaje
-Esteban, ¿qué es lo que llegaste a averiguar?¿No podrá acaso ayudarnos...?-
-Ya sabes que ella los ha ayudado siempre, y aun lo hace, sólo que es un poder demasiado intenso y está débil. Cuando lleguemos tu mismo podrás hablar con Cielo, ahora vamos, antes que hallen nuestra pista, si no lo han hecho ya...
-Está bien, pero... Tu lo sabes... Ella es lo más importante que tenemos, debes cuidarla si pasa algo, todos sabemos que tu la protegerás bien.
-No hables de infortunios ahora, Ismael... Con la luz de Luna de nuestro lado, tu y Nomi la verán crecer. Esperemos!- De pronto la luz de la chimenea se apagó, ambos hombres subieron a sus caballos, y junto con la Mujer y la niña se alejaron en la noche, con una sombra siguiéndoles los pasos.

24.5.07

Mirando al Este

La mañana comenzaba, y con la luz cálida del Sol renacían los capullos de flor que reposaron por la noche cual bella durmiente. Las montañas se elevaban por encima de la vista mostrando esplendor natural ante el cual la vida humana no es más que una minúscula porción de materia. Así se observa un paisaje mil veces visto por pares de ojos que pasaron por allí. Y el caminante también lo veía, también lo sentía, también lo vivía. El Sol majestuoso que se hacía dueño del cielo le mostraba donde quedaba el Norte, Sur, Este y Oeste, como una ayuda memoria a dónde debía dirigirse. Llamó a su fiel compañero, y acomodo los bultos sobre el lomo de la hermosa bestia equina que lo acompañaba. Miró nuevamente la montaña, como queriendo retratar en su mente una imagen perfecta de tal majestuosidad. -Eso debo hacer, escalar una montaña alguna vez. Medirme con la naturaleza para demostrarme vencedor, sí, definitivamente algún día lo haré.-
El Este, allí estaba su destino, donde el viento indomable hace con la tierra lo que quiere. Donde el agua fugaz arrasa todo a su paso cuando no está contenta. Donde los misterios del hombre fueron enterrados hace tiempo ya, buscando un lugar seguro al cual no cualquiera pueda llegar. Allí se dirigía, con su fiel can compañero y la bestia equina.

5.3.07

Pequeño prologo a una historia sin fin...

Y estoy aterrada aquí dentro... Hay algo en mí que esta agitándose continuamente, que siembra dudas, desvanece ilusiones y crea fantasmas a mi alrededor... Siento como si lo conocido desapareciera dando paso a la desesperación, a la confusión absoluta de dos personas distintas que convergen, se reemplazan, se pelean por un lugar indeseado y a la vez atractivo, lleno de recuerdos perdidos y aun no encontrados... Así era como sentía mi alma, mi mente... mi ser... Una historia va tomando forma en mi memoria dándome datos que pueden ayudarme a entender una vida caótica que me sumerge a lo más profundo de los pensamientos, rebalsando todas las expectativas nunca pensadas, haciendo que lo simple se transforme en dificultoso y aberrante. Todo cambia en mi interior y una vieja historia reemplaza a la ya existente de hace años, y un viejo bandoneón es dejado de lado por una guitarra que entona una nueva canción.

12.1.07

La sombra de la bruja

Y la noche era realmente oscura, la Luna no brillaba ni las estrellas mostraban su resplandor, nada iluminaba esa noche más que el brillo de las luciérnagas. En lo más recóndito de un bosque plagado de criaturas inimaginables, terroríficas, mutiladas, incomprendidas; allí fue arrojado el cuerpo de la bruja, luego de arrebatarle su energía... allí fue condenada la bruja a vivir como fantasma, culpada de un hecho nunca acontecido, culpada de haber vivido. Sin su luz, se camuflaba a la perfección con esa noche oscura. Sola, junto a un árbol de un sendero ya nunca más cruzado lloraba su alma, cuerpo carcomido por el tiempo convertido en aura.
Sola lloraba, suplicaba, deseaba, rogaba, que algo la ayudara. Años de vagar por el bosque consumía sus resto, estar condenada a no ser para siempre la mutilaba. Los hechizos dejaban su mente, la magia la había abandonado, era una bruja sin poderes.
Y vagando esa noche llegó al borde del bosque, donde una inmensa llanura se abría paso entre la niebla. Misteriosa la Luna apareció en el cielo, cegando con su resplandor al fantasma de la Bruja. Hipnotizada se dirigió al centro del prado, y se tiro en la hierba. No la sentía, la sombra de lo que habían sido sus dedos atravesaban el pasto. Lloró, como todas las noches, lloró. Sus lágrimas desaparecían en sus mejillas inexistentes, su alma se perdía.
En lo alto del cielo, algo volaba, y de a poco descendió hacia la sombra de la Bruja. No la veía, realmente no la veía, pero la sentía, notaba que estaba allí. Un sonido salió de sus fauces, frente a la Bruja, un dragón olfateaba el aire. Sus escamas blancas brillaban con la Luna, y sus alas lo hacían majestuoso. Se pronto dirigió sus enormes ojos hacia donde la bruja estaba sentada en el suelo. La bruja no tenía miedo, sin saber por qué, pero no le temía a aquella enorme bestia, solo lloraba, y veía el cielo sobre la cabeza del dragón. Luego se paró. Encaró al Dragón. Levantó su mano para tratar de tocarlo, y en ese instante el dragón habló.
- Quién eres? y qué haces aquí?- Su voz profunda como un océano paralizó a la Bruja que no atinó a decir palabra, no encontraba su voz, de hecho no lo hacía porque la había perdido, como todo... todo lo había perdido. Miró al Dragón, intentaba comunicarse, pero no sabía cómo. Nuevamente el dragón habló -Sé que estás allí, siento tu débil presencia en esta enorme oscuridad, no puedes engañarme, mejor date a ver o conocerás el poder del Dragón del viento... y te aseguro que lo lamentarás.- Y de pronto sus ojos miraban directamente a la cara del fantasma, que en vano intentaba decirle quien era, quizás no lo recordaba. Abrió sus fauces y fuego salió de su garganta, directo a la cara de la Bruja; no la quemó, pues no se puede quemar la nada, pero notaba que alrededor de ella el fuego permanecía, sin dañarla, remarcándola. -Ahora sí, sabía que estabas cerca mio. Dime ya quien o qué eres.- ordenó el imponente Dragón. La bruja no se desesperó, cerró los ojos y meditó. Y en el suelo escribió "Ahora sólo soy un fantasma... antes, hace muchos años, yo era una bruja. Pero me hechizaron y castigaron por algo que jamás cometí. Ahora soy la nada". El dragón comprendió al instante las palabras y le pidió que aguardara allí un instante, a lo cual la Bruja no se negó. Poco tiempo después volvía el Dragón con una caracola repleta de agua, la cual tiró sobre el fuego que aún ardía sobre el fantasma. Y apareció un cuerpo que años atrás fuera consumido por el tiempo, un cuerpo que se sentía extraño, aunque no vivo. -Ahora tienes carne, pero no durará... sólo quiero que me cuentes tu historia Bruja, y quizás te pueda ayudar. Tu alma es buena, lo siento en mis escamas, ahora habla que antes de que el Sol aparezca, ese cuerpo desaparecerá-.
- Pues no entiendo que quieres que te cuente, ya que ni yo misma sé que ha pasado... Lo único que recuerdo es que vivía no lejos de aquí, junto al Lago del oriente, donde era feliz. Y un día, llegó un forastero, que pidió asilo en mi casa. Lo dejé pasar, y fui al bosque a buscar plantas para mi alacena. Al volver ya no estaba, y una piedra yacía en mi mesa. No llegué a tocarla que los hombres entraron a mi casa y me tomaron cual presa. Un mago hechizó sobre mí y me exiliaron a este bosque. Nunca pude saber que pasó. Y en vano intenté que los hombres me escucharan. El tiempo consumió mi carne, y la energía me la robó el hechizo... Ahora sólo soy un fantasma, que vaga buscando una respuesta a una pregunta no hecha.
El dragón la miró asombrado, y meditó a finalizar la historia. Luego movió su cabeza en tono afirmativo y abrió nuevamente los ojos. - Sé que te ha pasado bruja mal juzgada, el hechizo que pesa sobre ti no te lo han tirado los hombres, ha sido la piedra. Aquella que sobre tu mesa yacía. El forastero quería tu energía, y por ende tu magia, eras conocida como la más poderosa de las Brujas orientales y por tu magia muchos dieron la cabeza. Puedo ayudarte, pero sólo si me devuelves el favor, una vez con tus poderes.- La bruja aceptó, y siguió subió al lomo del Dragón para emprender el viaje. Sólo una hora después llegaban al destino, la antigua casa de la bruja, al norte del lago del Oriente. Allí una casa mostraba una intensa actividad. Sin preámbulos, entraron. Un viejo hacía hechizos en el centro de la sala, junto a él, en una mesa había una piedra Blanca, la misma que antaño, había quitado sus poderes al fantasma. El dragón intentó atacar, pero fue en vano, al tocar el viejo la piedra, quedó paralizado. La bruja lo miró, estaba perdida en recuerdos... El viejo atacó, pero no le hizo daño alguno. Rápida como el viento la bruja contraatacó, y obtuvo en sus manos la piedra. El dragón despertó, y con sus fauces abiertas acabó con el viejo.
La bruja seguía con la Piedra en sus manos, que poco a poco volvían a ser sombras, el Sol amenazaba con salir, por lo cual el Dragón se apresuró. -Esta es la piedra del viento, ese forastero que conociste antaño la robó. Esta piedra es famosa por su capacidad de almacenar la magia y energía dentro de ella. Él debió haberla hechizado para que te la quite a ti, para luego utilizarla. No fue casualidad que te hubiera encontrado, te buscaba hace años, sin ti no era posible recuperar la piedra. Ahora aquí tienes tu magia- el dragón tomó la piedra en sus garras y dijo unas palabras en un idioma olvidado. La bruja comenzó a vivir, la luz iba rellenando su figura mientras se convertía en carne. Y por fin respiró. -Ahora debes de devolverme el favor, usa tu magia para proteger esta piedra, nadie nunca jamás debe volver a robarla, sólo el viento debe ser capaz de llegar a ella. La bruja asintió. Y el dragón se alejó volando, dejando tras de sí una brisa fresca.

7.1.07

Leyenda del trueno

Cuenta la leyenda que hace miles de años existía un Gran Dragón gris, que habitaba en lo alto de una montaña conocida en toda la región.
Se decía que en esa montaña, antaño fue enterrado un tesoro por los elfos y demás seres del bosque cuando los hombres de Occidente llegaron a conquistar esas tierras. Muchos secretos de la naturaleza del valle fueron dormidos en el interior de la montaña junto con el misterioso tesoro. Al principio el rumor se corrió entre los nuevos habitantes que intentaron en vano ascender la cuesta rocosa. Con el paso de los años, el rumor se convirtió en historia, y la historia en leyenda. Así fue como con el tiempo cientos, y quizás miles, de hombres de diferentes oficios: ladrones, artesanos, guerreros, nobles, clérigos e incluso niños intentaron escalar la montaña en busca de la cueva donde supuestamente estaba oculto el Tesoro.
Nadie logró llegar a la cima, el viento y la nieve que protegían la cumbre lograban frenar las nefastas expediciones. Pero cuando el secreto de la montaña obsesionó a todos aquellos amantes del poder, y la astucia del hombre creció, el espíritu del bosque utilizó su último recurso. Un gran dragón llegó volando sobre las casas de los aldeanos y se dirigió a lo alto de la montaña. Allí, en una cueva oscura que llevaba a las entrañas de la montaña, donde el Tesoro permanecía dormido, se instaló el Dragón, el cual era llamado Tron.

Aun así la avaricia pudo más que la razón y varios guerreros murieron en las garras del dragón. Los hombres poderosos mandaron incluso legiones de hombres para recuperar ese tesoro ahora custodiado celosamente por el dragón, sin embargo algunos regresaban para contar las terribles aventuras por las que habían sido enviados a lo alto de la Montaña. Una tarde, cuando un grupo de guerreros y ladrones llegaron a la cima (luego de días acampando en la montaña, y vigilando que el dragón no notase sus presencias) no vieron a Tron, y pensaron que estaría de cacería. La sorpresa que tuvieron al intentar entrar a la cueva y un terrible fuego les quemara la cara, es indescriptible. Ese fue el punto máximo de la paciencia del dragón. Esa noche bajó de lo alto volando a toda velocidad, y quemó los campos como una advertencia.

Los aldeanos decidieron que lo mejor sería no molestar al dragón, ya que realmente era peligroso para ellos que habitan tan cerca de él. Colocaron torres de vigilancia en el sendero que conducía al único camino que ascendía a las altas cuevas. Prohibieron que cualquier forastero subiera por más excusa que trajera, el valle era de ellos, allí vivían y creían necesario protegerlo de cualquier catástrofe, como lo sería desatar nuevamente la furia de Tron.

Tres años después, desde lejos llegó un joven caballero. Los habitantes del valle intuyeron que no era buen augurio, e intentaron averiguar el motivo por el cual aquel hombre llegó a sus tierras. El guerrero negaba que su destino estuviera relacionado con el Gran Guardián de la montaña, y decía que únicamente buscaba un lugar tranquilo donde pasar una pequeña temporada antes de seguir su rumbo al oeste. Luego de unos meses, los aldeanos le tomaron confianza, y comenzaron a tratarlo como si siempre hubiera habitado allí. El joven se interesaba por las leyendas e historias de los vecinos que trataban en su totalidad sobre la montaña y el secreto de la naturaleza. Así fue como poco a poco el caballero se enteró de todas y cada una de las aventuras de sus predecesores colegas. Finalmente, una tarde tomó la decisión de ascender. No se lo comunicó a nadie, y dijo que iría al pueblo del norte en busca de un viejo amigo al que quería visitar. Nadie dudó, él era un aldeano más. Gran jinete, se las arregló para encontrar un seudo-camino por las rocas hacia el sendero ya desgastado por el tiempo que subía a la cueva de Tron.

Pasaron cinco días para que pudiera por fin ver la puerta de la cueva. Los últimos metros los hizo fuera del camino, utilizando las rocas como escondite. Intuía que el dragón no ignoraba su presencia, y pensó mejor estar prevenido. Desvainó su espada y cuidó que la hoja no reflejara el Sol hacia el lado de la cueva. Esperó el atardecer antes de enfrentar al Dragón; cuando el Sol estaba detrás de la montaña avanzó al frente de la puerta de la guarida y retó a Tron a salir. El dragón escuchó sus palabras con incredulidad, una trampa podría estar esperándole, aunque realmente no tenía miedo. Pero nunca lo habían retado, ningún humano se había atrevido a hacerlo, los miserables que habían terminado en sus fauces eran sabandijas que trataban de escurrirse y matarlo dormido para llegar al corazón de la montaña. Algo le decía que debía ser prevenido, era un guardián y no podía darse el gusto de poner en riesgo su custodia por alguna altanería, mas tampoco podía simplemente quedarse allí dentro, habían códigos que respetar. Desde el interior de su morada vio al guerrero parado frente a la cueva con su espada en su mano derecha. Olfateo el aire, estaba limpio de cualquier otro hedor humano. Salió. Cuando Tron mostró por qué atemorizaba a todo aquel que fuera a perturbarlo, el caballero sintió una mezcla de admiración y terror. Debía matarlo, no sólo por el tesoro que despertaba su interés, sino para que de una vez por todas dejara libre a la gente del valle de todos sus temores. Así fue como levantó en alto su espada y se dirigió al dragón de manera amenazadora y retó a pelear por el dominio de la montaña. El Dragón lo miró anonadado, es muy posible que se riera internamente. Abrió su gran boca y el fuego salió disparado al cielo con furia. Comenzó a llover. El caballero atacó primero y se internaron en una batalla que duró al menos una hora. Ambos adversarios estaban exhaustos, el caballero aprovechó un descuido del dragón y le clavó el largo de su espada en el centro del tórax. Tron dejó oír un gran alarido. Cayó al suelo y con sus últimas fuerzas arrojó fuego a la cara del guerrero que había bajado la guardia, y luego lo estrelló contra una enorme roca. Los rayos partían la tierra con la misma furia del dragón, sentía como su vida se iba poco a poco. Lo había herido de muerte y no podría seguir custodiando el Tesoro de la montaña. Miró al cielo por última vez antes de que su cabeza se desplomara al suelo inconsciente. Un rayo intenso chocó contra la cima de la montaña, y ésta comenzó a derrumbarse, enterrando al dragón y al tesoro para siempre.


Los aldeanos cuentan que todas las noches de tormenta, escuchan al dragón gritando en la montaña, advirtiéndoles que él seguía allí custodiando su tesoro.