el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

26.12.07

Capitulo II (Parte 4)

-Así que has venido. Menudo tu coraje mi querido Hemer.- la voz perspicaz del demonio dejaba secuelas de enfado y sorna. -En tu lugar muchos hubieran huido tras recobrar el reconocimiento... Pero no, tú no, por supuesto...- Sonrió con una mueca que no reflejaba el más mínimo júbilo. -Cuando el Gran Tigre te atacó -su tono se elevaba con cada palabra- ¡Dejando escapar a la bruja y su hija! -se levantó de su trono, mirando al caballero negro que se encontraba arrodillado a los pies de los 3 escalones que lo separaban del trono de su amo. El demonio lo miraba con furia. Sin embargo, luego de unos segundos rió con estridencia, y nuevamente se sentó. -Pero a pesar de tu fracaso, has vuelto. Montaste a tu corcel y viniste hasta mi castillo... sabiendo que era capaz de matarte con el simple movimiento de mi mano.- Hemer esperaba aún arrodillado a que su amo terminara de hablar, pero el silencio reinó la estancia por un minuto y decidió que era el momento de decir algo.
-Señor... ¡Amo de todas las Tierras! Os juro que hice todo y más por darles muerte a esa mujer y a la niña. Encontramos la morada e íbamos en su búsqueda, pero ese infiel se nos aventajó. -en el tono del caballero se notaba la ira y el rencor, algo que hizo sonreír a su amo.- Los perseguimos, y le dimos alcance en la maldita caverna... pero...-
-Pero apareció el gatito blanco y te derrotó.- Su voz era como una puñalada en el estomago para Hemer. No obstante, a pesar de querer matarlo, el Demonio tenía una nueva misión para comprobar la fidelidad del guerrero y de sólo pensarlo una mueca desagradable para cualquier corazón cálido se dibujó en su rostro. -Te daré una última oportunidad, pero te lo advierto Hemer... si no logras esta misión que te impongo... Date por muerto.- El caballero asintió e hizo una reverencia a su amo.

La noche daba paso al día y Nojami se levantó con sólo ver el Sol entrando por la ventana de su alcoba. Ismael dormía aún cuando ella fue lentamente hacia la cuna donde su hija soñaba. Sonrió al ver su rostro dormido y tranquilo. No pudo evitar sentirse angustiada: ese era el día en que sellaría el destino de su hija para siempre. A partir de esa noche, Jakiru quedaría atada a un futuro incierto y peligroso, pero era su deber. Sabía que Destino tenía sus motivos para asegurar que esa pequeña que dormía era la única que podría acarrear con la responsabilidad de Cielo. Suspiró y besó la frente de la niña, despertándola. La bebé bostezó y alzó las manos para que su madre la cargara. Nomi se abrigó con su capa y salió de la habitación con Jaki en brazos. Descendió las escaleras que daban al jardín y paseó la mirada por las flores blancas. Era increíble como florecían tantas plantas en medio de ese desierto. Al darse vuelta, Cielo la observaba desde las escaleras de la entrada. -Veo que te maravillas con esas flores, mi pequeña.- Se acercó a la hechicera y besó en la frente a la niña que la miraba con una sonrisa.
-Cielo... Es increíble. Estas flores tan llenas de vida, en medio de la soledad. Ahora que recuerdo, Artemis me aseguró que aquí hay agua, me resulta increíble...
-Muchas veces las cosas más descabelladas terminan siendo las más reales, Nomi.- La Dama se rió- y este es un caso quizás... Aunque dado nuestro historial de eventos, no sé que cosa puede resultarnos rara o no. Tal como dijo Artemis, aquí... bajo nuestros pies, miles de canales de agua recorren la superficie de esta luna. Entre las treinta y tres que posee Saturno, Encélado es la del agua más pura, por ello aquí las flores nacen con peculiar resistencia a los tormentos de las estaciones.-
-Que tonta fui. Por un instante creí que habías construido este palacio aquí por el monte Iris...- Nojami se sonrojó, y observó la fuente en medio del jardín: un Dragón y una Flor, entrelazándose en un abrazo extraño.
-Y no estabas del todo desacertada pequeña -nuevamente rió con ganas.- La razón por la que el agua es tan pura, es justamente el Irismar... Verás: debajo del monte hay un enorme lago, que posee un lecho formado por esa bella piedra azulada. El agua que recorre los canales de esta Luna pasa por el filtro natural del irismar. Es como cuando decantas agua con roca y arena, finalmente tienen un líquido más puro que al principio...-
-Ahora entiendo...- Suspiró y nuevamente miró a su hija, ésta miraba el cielo sobre sus cabezas con una luz de intriga, como reconociendo que no era el mismo que se veía desde su cuna hacía unos días atrás.- ¿Cielo, cuándo...?
-Este atardecer Nojami. Nos encontraremos aquí mismo e iremos al templo sagrado. Jakiru nació bajo la protección de Saturno, por eso esta noche, cuando Encélado y Mimas se vean llenas desde el planeta, llevaremos a cabo el rito. Sólo tú y yo. Conocerás finalmente uno de los Templos del Ocho, y Jakiru se hará uno con su destino...- Al mirar a la hechicera notó inquietud en ella.- ¿Dudas Nojami?- La voz de la Dama era seria, pero no denotaba reproches, sólo deseaba apoyar a la hechicera, sabía que el que su hija se convirtiera en guerrera significaba sacrificar muchas cosas, entre ellas sus vidas juntas.
-No.- respondió con firmeza- Simplemente que me he preparado toda la vida para estos rituales, y hoy lo llevaremos a cabo. Hoy mi hija será parte del universo que la rodea con un vínculo completamente especial y único. No temo por ella, sé que es fuerte y sé que si las líneas así lo dispusieron es porque ella es la adecuada para que las Kahinas regresen... Sin embargo...
-Sin embargo es un gran sacrificio que debes hacer, y es ese mismo sacrificio Nomi, el que hará que tu hija sea poderosa. Descuida pequeña, todo saldrá bien...- Y le rodeó los hombros con un brazo mientras ambas miraban como en el horizonte el Sol se elevaba majestuoso dando comienzo a un día especial, el día en que Mimas y Encélado son plenas, conocido en Saturno como el día de las Dos Lunas.

15.12.07

Capitulo II (Parte 3)

Los cinco atravesaron la verja e ingresaron a los jardines de flores blancas. Los capullos perfumaban el aire con un aroma único y particular, con tonos frescos y levemente dulces, como un jazmín fresiado. Cerca de la fuente que se encontraba en el centro de las flores, hallabase una figura agachada, oliendo las flores. Al verlos, la Dama se incorporó sonriente.
-Dichosos mis ojos al verte mi pequeña. Estaba preocupada, las estrellas se agitaban con inusual destello este atardecer. Temí que algo pudiera haberles pasado antes de reunirse con Artemis.- La Dama extendía sus brazos hacia la hechicera cuando ésta atravesó el portal del castillo. Nojami le sonrió. Estaba cansada, pero ver a Cielo la vigorizaba, su energía se introducía por sus ojos, y la hacia sentirse feliz en lo más profundo de su alma. Esteban, Ismael con su hija aún en brazos, y Artemis presenciaron ese abrazo con sonrisas en sus rostros. -Debéis estar muy cansados, entremos. Luna se ha encargado de preparar la bienvenida. Podréis descansar, y luego nos reuniremos para hablar con detenimiento del futuro que nos espera.- El tono de la voz de la Dama ahora era serio. Miró a Esteban a los ojos, y comprendió que algo dentro del guerrero lo llenaba de dudas. Artemis simplemente deseaba ver a Luna y descansar. Al mirar a Ismael, se topó con sentimientos encontrados, de lucha y de huida. Lentamente bajó la mirada hacia la criatura que llevaba en los brazos el guerrero. Era hermosa como su madre, el cabello negro como el ópalo, su piel clara. Dormía apaciblemente justo al pecho de su padre. -¿Qué nombre le han puesto Nomi?- Interrogó Cielo, mirando aún a la niña que soñaba.
-Jakiru.- Dijo la hechicera sonriendo. Cielo le devolvió una sonrisa.
-Bello nombre... Jaki, le queda bien.- La dama suspiró. Luna salió del castillo y se dirigió hacia ellos con su paso ágil de felino.
-Han llegado, ¡se retrasaron una hora!- Los regañó la pantera.
-Yo también te extrañé, Luna.- Rió Esteban. Se sentía relajado allí, a salvo del pasado.- Me iré a acostar un momento antes de cenar. Ven Ismael, te enseñaré donde dormirán.- Y ambos hombres se retiraron, dejando previamente a la niña en brazos de su madre. Luna observaba a las damas como se miraban una a la otra. Artemis se las ingenió para apartar a la pantera de su curiosidad y llevarla dentro del castillo, diciéndole que necesitaba contarle las cosas que provocaron su retraso.
Nojami y Cielo quedaron solas en el jardín, ambas miraban a la bebé dormir tranquilamente. Cielo fue la primera en romper aquel silencio. -Nojami, me alegro de que llegaran bien. Por un minuto dudé de las profecías de Destino. Que tonta... No. No me digas que no. Yo también puedo equivocarme. Pero veo que esta vez he acertado, y con alegría. Esa niña es preciosa. Heredó cosas tuyas en cuestión de magia, sin embargo, siento en ella el alma guerrera de Ismael. Mañana por la noche llevaremos a cabo la última fase. Y ella será protegida por toda la eternidad con la Luz de las Lunas. A partir de mañana a la noche, ella comenzará a adquirir la magia de la luz. Y cuando pueda comprender el lazo que la une a la vida, comenzará su entrenamiento. Mientras, deseo que tu e Ismael viváis aquí. Ella necesita a sus padres los primeros años de vida.- Terminó la Dama.
-Y así será, Cielo. Te lo agradezco.- Respondió la hechicera. Miró nuevamente a su hija. El amor en su pecho hacía cálida su mirada. La niña sonrió, quizás únicamente porque estaría soñando con alguna cosa agradable, pero su madre se enterneció. Levantó la vista al rostro de Cielo. Veía esa misma calidez en su mirada. Definitivamente era el destino, Jakiru sería muy pronto la resurrección de una raza extinta, las Guardianas del universo, La Guerrera de la Luna.