el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

7.11.11

El llanto de las rocas

Como las rocas pierden su dureza frente al agua y al frío, mi corazón se ablanda al recordar el calor de tu abrazo, la fortaleza de tu mirada y el dulzor de tus palabras.
No te conocí todo lo que hubiese querido, no aprendí todo lo que necesitaba para poder ser fuerte como vos. No llegué a guardar en mi memoria más que tu aroma fresco y protector.
Y es en momentos como los de hoy, que me siento tan perdida en este laberinto sin retorno... Porque no aprendí a tener tu sentido de la orientación, tu valentía para afrontar lo desconocido, me quedo quieta, frágil, triste al recordar todo lo que no pude apreciar.
Y necesito decirte que te extraño, que te necesito, madre.

Jakiru.-

13.8.11

De las Kahinas

Siempre quise saber de dónde vine. Cómo llegué a ser aquella mujer que fuí. Algo en mí era diferente, algo me volvía especial. Pero no siempre fue bueno, el poder te conlleva una responsabilidad de su envergadura. Y es fácil corromperse...
Me contaron muchas historias de mi pasado, me dijeron que mi madre era una Bruja y mi padre un Guerrero. Pero yo no era ni una cosa ni la otra, yo era diferente. Me costó mucho tiempo entender por qué; más aún el por qué me habían elegido a mí.
Recuerdo que una noche, Cielo me contó la historia de mi raza, me explicó por qué yo era diferente. Su relato fue más o menos así:
Existió un pueblo de guerreros legendarios. Eran seres de luz, con una habilidad insuperable para la batalla. Tanto hombres y mujeres nacían con reflejos perfectos, una puntería certera y una energía inagotable. Crecían y se perfeccionaban con la espada y el escudo. Fueron creados para proteger.
Esta comunidad era liderada por las mujeres. En ellas se perpetuaba la sangre que los volvía únicos; sólo los hijos nacidos del vientre de una Kahina pertenecían a la raza guerrera. Si los hombres procreaban con mujeres de otras razas, sus hijos no adquirían ningún rasgo de los Kahin. Es por ello que el culto a lo femenino, su cuidado y entrenamiento era base de la cultura de este pueblo.
Ellos eran los guardianes de los tesoros más preciados del universo. Las Damas y Señores les encomendaban los objetos más poderosos para que los mantuvieran a salvo de manos inescrupulosas.
Se cuenta que sin la participación de estos guerreros, la historia del universo sería mucho más oscura y triste, con demasiadas muertes en vano y llanto regando el suelo de los mundos. Sin embargo, algo sucedió, no se sabe aún bien cómo, pero la raza de los Kahin desapareció del universo. Miles de años atrás, la última Kahina cayó en batalla, luego de enfrentar a los Demonios. Fue entonces que la Dama de la Luna tomó gotas de su sangre y las perpetuó en su ser… De esta manera, cuando fuese requerido, y el canto de las líneas así lo indicara, daría vida nuevamente a las Kahinas, las guerreras guardianas del Universo, para luchar nuevamente contra el mal que amenaza con destruirlo todo.
Y luego me explicó que mis padres eran seres puros de alma, y sus habilidades naturales eran casi perfectas. Una gran bruja y un habilidoso Guerrero eran ideales para despertar a las Guerreras legendarias. Y yo era la primera de ella. En mi estaba corriendo la sangre de la última Kahina. En mí estaba puesto el futuro del universo...
Nunca quise creerle por completo, ¿el destino puesto en mí? ¿porque yo amenazaba con destruir al mal perdí a mi familia? Puede ser que sin las Kahinas el mal hubiera arrasado con todo... Pero siendo una Kahina, el mal ha arrasado con mi vida. Aún así, no está en mi ser el concepto de rendición, siempre que me quede un mínimo de fuerza, debo seguir adelante. Siempre que haya un rayo de luz, seguiré luchando hasta que las líneas dejen de cantar.