el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

24.1.13

Amigos perdidos

Y por fin, luego de 10 años he logrado escribir uno de los capítulos más dolorosos de esta historia. La muerte de Ismael y Nojami siempre ha sido una secuencia vívida en mi mente; a tal punto que tardé mucho en encontrar las palabras para acentarlas en un texto.
Aún así, no he logrado transmitir completamente el dolor de ver como el brillo desaparecía de sus ojos cuando Nagast los mata.

Esta historia continúa, con la crianza y entrenamiento de Jakiru. Pero tardaré un tiempo el lograr articular esos momentos en un hilo literario. Ha pasado mucho tiempo y muchas cosas se fueron perdiendo en el transcurso del mismo. Entre ellos ese lazo fraternal que Jakiru logró armar con Jean y Annie, su relación con Esteban y su entrenamiento con Luna y Artemis.
Son situaciones, momentos, recuerdos, que tardaré en rearmar. Pero quizás, mientras tanto, alguien que sepa comprender este relato me de una señal y me diga "aquí estoy".

Gracias.
Hasta luego.

Jaki.-

6.1.13

Capítulo VII

Cuando las miradas de Cielo y Luna se encontraron, ambas supieron que no había tiempo que perder. Dejaron al Oráculo recostada en el sillón y corrieron hacia las afueras de la torre para abrir un portal que las llevara de nuevo a Saturno. Una vez allí, avisarían a los soldados y seguirían los pasos de Nojami, para evitar una catástrofe.
Ismael y Esteban estuvieron recorriendo los pasillos oscuros del castillo durante media hora, sin encontrar rastro de los sirvientes. Algo muy extraño estaba sucediendo, los guerreros decidieron ir a las afueras del castillo e investigar los alrededores. Ismael tomó al capitán del brazo -Esteban, algo muy raro sucede aquí, no hay rastro de nadie, y lo que más me preocupa, tampoco hay indicios de un ataque... Todo se encuentra en su lugar, desolado, pero en su lugar.
–Tienes razón, Ismael. Esto resulta extraño. Detesto admitirlo, pero tal vez Artemis tenía razón al decir que puede tratarse de un señuelo. ¡Qué tonto he sido! Volvamos, debemos advertir a las tropas y enviar mensajeros a los astros vecinos, han vaciado la Luna terrestre frente a nuestros ojos...– Dicho esto, Esteban comenzó a volver sobre sus pasos. Pero al llegar al recodo del pasillo, se encontró de nuevo en el mismo lugar dónde se habían detenido. Los guerreros desenvainaron sus espadas, entonces comenzó todo: Las paredes comenzaron a moverse, como si estuvieran derritiéndose. En unos segundos el verdadero estado del castillo se presentó frente a sus ojos. Ruinas. Todo el castillo estaba, en realidad, en ruinas.– ¿Qué es esto? ¿¡Qué le ha pasado al castillo, Ismael!?– Su amigo lo miró estupefacto. No podían creer que estuvieran todo el tiempo dentro del mismo lugar sin percatarse de la realidad. Ahora hacia donde miraran no había más que paredes destrozadas, techos caídos, todo el castillo había sido arrasado con una furia demoníaca.
–Esteban, debemos volver cuanto antes. ¡Corre! Volvamos a la cueva y crucemos el portal.– Ismael agarro a su amigo del brazo y comenzaron a correr, pero el grito de una bestia los detuvo en su escapada; al darse vuelta lo vieron: La bestia venenosa, una serpiente gigante, con el torso y los brazos de un dragón. Un servidor de los demonios. Ambos guerreros apuntaron sus espadas, sabiendo que sin pelear, no podrían salir de allí.– Esteban, hemos caído en una emboscada. ¿Qué haremos ahora?
-Pelear, Ismael. Intentar correr sería absurdo. Este es Nagast, el servidor serpiente de Asmodeo. Nos alcanzará antes de que lleguemos a la cueva para abrir el portal.- Los guerreros asintieron al mismo tiempo, y levantaron sus espadas desafiando a la serpiente. Entonces todo transcurrió muy rápido. Nagast comenzó su ataque, y los guerreros lucharon ferozmente contra la bestia. La batalla se movilizó hacia las afueras del castillo destrozado, hasta un valle que quedaba a pocos metros del ala sudeste del mismo. Allí, la serpiente atacó con tal voracidad que con su cola tiró a Ismael varios metros en el aire, hasta una de las paredes del valle, dejándolo inconsciente. Esteban corrió hacia su amigo, verificando que estaba aún con vida.- Ismael, ¡Ismael!, respóndeme.- Pero su amigo seguía inconsciente.
Entonces sucedió, a sus espaldas un resplandor celeste le advirtió que no estaban solos en la Luna. Al darse vuelta, no dio crédito de lo que veían sus ojos: Nojami estaba allí, y Jakiru también. La hechicera los había seguido y había llevado consigo a su hija. Nojami lanzó otro hechizo sobre la bestia serpentina, cortándole la cara con estrellas de hielo.
-Nojami, ¿qué haces aquí? Vete, ¡o saldrán heridas!
-Esa bestia ha lastimado a Ismael, no los dejaré solos.- Y comenzó a lanzar hechizos contra Nagast, que la serpiente intentaba esquivar, sin mucho éxito. Nojami era una excelente hechicera, y fue escudándose con su magia hasta llegar a donde estaban los guerreros.
-Esteban, ¿por qué vinieron solos?- Mientras decía esto, Nojami puso un escudo alrededor de ellos, que Nagast atacaba ferozmente, sin poder romperlo.
-Y tú, ¿por qué nos seguiste? ¡Y con Jakiru! ¿Por qué has traído a tu hija?
-No podía dejarla sola, Esteban. Yo la protegeré, aunque tenga que dar mi vida por ella.-
-Estás loca. Si no la hubieras traído, no tendrías que protegerla, pero ahora no podemos sentarnos a lamentarnos. Tardará unos minutos que Ismael vuelva en sí, quédate con él y Jakiru dentro de este escudo, iré a vencer a esa serpiente asquerosa.- Esteban dejó a Ismael apoyado en el suelo, junto a Nomi y la niña, y fue a pelear. Nojami miraba la batalla preocupada, Nagast era uno de los más fieles servidores de Asmodeo, eso quería decir que él estaba detrás de todo esto. Se preguntaba si Cielo lo sabría ya, y si por eso aún no había regresado. Volvió de sus pensamientos, vio a la serpiente acorralando a Esteban y lanzándolo por los aires como había hecho con su esposo, el cual estaba volviendo así.
-Ismael, ¡Ismael! ¿Te encuentras bien?-
-¡Nomi!, ¿qué haces aquí?
-Vine a buscarte, tuve un mal presentimiento y tuve que venir.
-¿Acaso estás loca? Y has traído a Jakiru. Por los cielos, esto no está bien. Debemos ayudar a Esteban y salir de aquí cuando antes. No permitiré que ustedes dos estén aquí, rodeadas del peligro.
-Vamos, Ismael, debemos ayudar a Esteban.
-No, tú te quedas aquí. Yo iré.- Ismael salió del escudo, aferrando su espada, al mismo tiempo que Artemis aparecía en escena. El felino blanco corrió hacia Nojami.
-¡Nojami! ¿Por qué vinisteis aquí?- Le interpeló el felino, pero no había tiempo, Nagast se las había ingeniado para flanquear a los guerreros e ir directo al ataque de la hechicera. Y todo se complicó: Un golpe de los colmillos de la serpiente destrozó el escudo de magia de Nojami, y en el impulso de su ataque lanzó por los aires a Artemis. Nomi agarró firmemente a su hija con un brazo mientras que con el otro lanzaba un hechizo de fuego a Nagast. Esteban e Ismael atacaron también, y la serpiente comenzó a devolver los ataques. Nomi dejó a Jakiru resguardada tras una roca, mientras la niña comenzaba a llorar desesperadamente, y fue al ataque. Pero en pocos minutos, la serpiente comenzó a demostrar por qué era uno de los mejores servidores del demonio más fuerte del Universo.
Fue entonces cuando Luna llegó a la batalla. La lucha continuó, hasta que en un momento, la serpiente hirió de gravedad a Luna y Artemis, quienes quedaron tendidos en el suelo con el veneno introduciéndose por sus heridas. Nagast logró hacerse de Ismael y Nojami, uno en cada una de sus enormes garras. El único que quedaba en pie era Esteban. Quien agarraba su espada firmemente.
-Ríndete- Dijo la serpiente- Ríndete ahora y saldrás con vida. He venido a matar a esa niña que esta oculta tras las rocas, y cuando lo haga, Asmodeo será Rey.
-Jamás, no huiré y te mataré por lo que les has hecho a mis amigos- Y volvió a atacar, pero Nagast lo tiró contra una roca con un sólo movimiento de su cola. Mientras intentaba levantarse, escuchó la voz de Nojami en un susurro: "Agarra a Jakiru y huye, por favor, salva a mi hija". El guerrero levantó la vista y vio los ojos brillosos de Nojami. Un segundo después, la serpiente levantó a sus prisioneros y los destrozó con sus garras. Esteban quedó en shock un instante, no podía creer lo que estaba sucediendo: Ismael y Nojami muertos. Entonces percibió un nuevo brillo celeste a sus espaldas. Era Cielo, que había enviado un ataque de hielo directo a los ojos de la serpiente. La bestia lanzó un alarido de dolor e inició su contraataque, sin embargo, Cielo ya estaba preparando su hechizo final, mientras se escuchaba la llegada de las tropas desde las ruinas del castillo: Una luz blanca salió emitida de sus manos, atravesando a la serpiente y dejándola tendida en el suelo.
La Dama de la Luna cayó de rodillas al suelo luego de vencer a su enemigo. Con sus manos tomó su cara y comenzó a llorar. -Es mi culpa, no debí haberlos dejado solos. Ahora Nojami e Ismael están muertos.- Esteban corrió a su lado, con la niña entre sus brazos. La Dama lo miró y vio que la niña no había sufrido ningún daño, pero cualquier felicidad era opacada por la sangre derramada de sus padres.- Esteban, dame a Jakiru, ve y levanta a Artemis y a Luna, iremos al castillo de Dione de inmediato, debemos actuar rápido.- Y abrió un portal, cruzándolo al mismo tiempo que con una mano lanzaba un hechizo que hizo desaparecer los cuerpos destrozados de Ismael y Nomi del campo desolado. Esteban miró a la Dama desaparecer en el portal de luz, sabiendo que este no había sido el final, sino el inicio de una de las batallas más dolorosas del universo.