el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

21.2.12

A mi amado guerrero

Me pongo a mirar la Luna y me encuentro con un reflejo que atraviesa el cielo. Es la luz de tu estrella, como una guía a un lugar lejano, misterioso y lleno de sensaciones conocidas. Porque la energía del universo me transporta a través del espacio a tus brazos, que nuevamente me acogen con su protectora armonía.
Una promesa infinita nos unió hace mucho tiempo, nos mantuvo el uno en el otro; tu espíritu siempre me acompañó en los buenos y malos momentos, mi amor siempre te cuidó en noches angustiosas y de insomio. El destino hizo que nuestras almas se fundieran, y el mismo destino luego nos separó.
Ya no busco respuestas a una injusticia tan grande, no espero explicaciones ni le descargo mi furia al futuro. Entiendo que la dicha al fin y al cabo me hizo conocerte, entiendo que el amor más puro y bello a tu lado pude conocer. Comprendí que me fue entregado el paraíso en tu sonrisa eterna, que me da la fuerza suficiente para seguir adelante a pesar de los obstáculos.
Y te doy las gracias, por haber aparecido en mi vida y dejado tan hermoso regalo.
Te agradezco por hacerme entender lo hermoso que puede ser la entrega absoluta en pos del amor.
Te agradezco por darme vida cuando me ahogaba en olvidos y tristeza.
Te agradezco por amarme aún ahora, con la luz de tu estrella protegiendome y dandome aliento para luchar.

Gracias, mi amor.

1.2.12

Capitulo VI (Parte 3)

Esteban e Ismael cruzaron el portal que los llevó a la Luna terrestre. Allí, se refugiaron en una de las cavernas subterráneas que comunicaban con las entradas secretas al Palacio principal de Cielo. Irían por los túneles hasta los jardines exteriores y allí buscarían al guardián del castillo para ponerse al tanto de las novedades sobre los movimientos al otro lado del cinturón de asteroides.
Ismael miró con añoranza la Tierra. Allí había nacido su hija, allí había conocido a su esposa. Esteban miró las azules aguas de los océanos, maravillado. La Tierra también le traía buenos recuerdos, antes de que Hemer y él tuvieran su desencuentro.
Recorrieron los túneles durante media hora antes de llegar a la salida. El joven Capitán se adelantó para observar el panorama. Enseguida notó que algo no andaba bien, no había a la vista ningún guardia, ni tampoco se escuchaba el ruido normal de las faenas diarias. Miró a Ismael y con señas le indicó que tomarían otro camino, uno que los llevara directamente dentro del castillo.

Luna ingresó a la Torre de la Memoria con pasos lentos. Algo no le terminaba de inspirar confianza, no veía a nadie en ningún lado y el silencio reinaba el hall de recepción. Estaba debatiendo si hablar o avanzar silenciosamente cuando una voz se escuchó fuerte en toda la estancia: "Sube, las Damas la aguardan en la primera sala". Luna puso su pata en el primer escalón con cuidado, tenía sus sentidos alertas por si eso resultaba en realidad una trampa... Así subió hasta el primer piso donde la puerta de la sala se abrió sola, invitándola a pasar. La pantera tomó aliento antes de cruzar, algo le daba mala espina de todo eso.

Los guerreros llegaron al final de otro pasillo subterráneo, que comunicaba con la cocina del Palacio. Esteban se adelantó para inspeccionar. Nuevamente se encontró con una escena desolada, sin sirvientes ni guardias. Eso estaba mal, el palacio siempre estaba repleto de gente aunque Cielo no se encontrara allí. Esta vez, decidieron ingresar a la habitación. Debían averiguar qué estaba sucediendo y qué había sido de los habitantes del castillo. Atravesaron la trampilla y caminaron lo más sigilosamente que pudieron, adentrándose en los pasillos del Castillo.

Al entrar a la sala, Luna se encontró dentro de una Biblioteca de dimensiones impresionantes. Miró hacia todos lados en búsqueda de alguien, pero no veía más que estanterías llenas de libros, algunos con encuadernaciones arruinadas por el paso del tiempo y el uso exhaustivo; otros nuevos como si aún no hubiesen sido leídos.
Nuevamente escuchó la voz que la llamaba, esta vez en la misma habitación, siguiéndola se encontró en un espacio con una amplia mesa de roble, llena de papiros y viejos pergaminos. Al otro lado de la mesa estaban sentadas el Oráculo y Cielo, estudiando con entusiasmo uno de los pergaminos que se notaba antiguo. Mnemósine le señaló un sillón lo suficientemente grande para que la Pantera pudiera acomodarse. Cielo no emitía palabra mientras Luna la miraba inquisidora, con cientos de preguntas en sus pupilas verticales. El Oráculo fue la primera en hablar: "Luna, seguramente no entenderéis por qué tanto misterio, pero la Dama de la Luna y yo tenemos motivos suficientes para mantener este asunto en el más absoluto secreto. Habéis llegado hasta aquí y ahora no hay otro camino que seguir más el predestinado. Luna, Cielo te explicará qué es lo que la ha demorado tanto sólo después de juréis no repetir nunca lo que has de oír.
Luna gruñó con desagrado, pero la mirada de Cielo le indicó que no había otro camino, así que la Pantera aceptó las condiciones y se dispuso a escuchar la historia de boca de Cielo:
-Mi querida Luna, sabéis mejor que nadie cómo me preocupa el destino del universo y principalmente de ese planeta llamado Tierra. Hay en ese mundo una energía que lo vuelve particular, más allá de las desgracias que lo abaten, las luchas de sus habitantes, y demás, le tengo especial cariño al ese mundo azul y verde. Presiento que grandes cosas sucederán gracias a él, y por eso lo tengo como consentido. Aquí con Mnemósine hemos estado estudiando las viejas leyendas sobre ese Planeta, y hemos descubierto algo que nos preocupa: En la Tierra se vuelve recurrente cierta leyenda sobre el fin de los tiempos, el juicio final lo han llamado algunos pueblos... Es algo curioso, ya que en todas las comunidades se repite disfrazado de distintas maneras, pero es siempre igual: un día, un acontecimiento funesto y un conjunto de seres maléficos que arrasan con todo a su paso. Lo peor de la situación es que los humanos lo abalan en nombre de sus dioses y toman ese evento como algo inevitable dado a sus propios daños al mundo donde viven. Esto convierte a la Tierra en un punto estratégico para el enemigo, Luna, esto hace que los Demonios aprovechen las supersticiones humanas para convertir a la Tierra en su base para arrasar con el resto de los mundos. Los humanos están dispuestos a que los acaben, porque creen que así renacerán en un nuevo mundo de paz y felicidad...- Luna miró a Cielo con expresión anonadada, conocía poco a la raza humana y no entendía bien qué tenía que ver con todo lo que estaba pasando, si la guerrera ya había renacido, ¿por qué temer de lo que pudieran creer los humanos? Los demonios no llegarían a la Tierra si Jakiru se interponía en ello. Cielo leyó estos pensamientos y continuó.- Jakiru aún es pequeña, los Demonios piensan tomar la Tierra antes del tiempo necesario para que la Kahina pueda luchar. Es por eso que he venido hasta aquí a estudiar estas leyendas, para encontrar el punto fuerte de la raza humana y así poder demorar los planes de Asmodeo. Necesitamos hacer algo para que los Humanos resistan la tentación de caer en las manos de los Demonios, no sucumban a sus artilugios y se conviertan en nuestros enemigos también. Debemos convertirlos en aliados de nuestros mundos, debemos sacarlos del anonimato.
Ante esta declaración, la Pantera casi cae de su sillón. Los humanos habían sido separados de la consciencia de los otros mundos, justamente por su debilidad ante el miedo a ser exterminados. No podían soportar la existencia de otras civilizaciones en otros mundos distintos, no pudieron entender la diversidad que habitaba al universo entero, por eso vivían aislados, con algunas especies silenciosas que no levantaban sospecha alguna. Despertarlos de nuevo a la realidad implicaba una bomba de tiempo y Luna no estaba de acuerdo con este plan.
- Mi señora, usted sabe por qué ellos fueron separados de nuestro nivel de consciencia. No creo que sea una opción viable este camino...- En ese instante, el Oráculo entró en trance. Mnemósine, comenzó a emitir un haz de luz que invadió toda la habitación. Cuando volvió en sí, se encontraba recostada en el suelo y Cielo le sostenía la mano, la dama de la Luna le preguntó qué había visto, y la reacción del rostro de Mnemósine no le dio un buen indicio.
- Han tomado la Luna terrestre. No queda nadie con vida en todo el astro... Salvo por vuestros guerreros, que se encuentran ahora en la Luna también, investigando el Castillo... Están a punto de caer en una trampa, debéis ir por ellos, antes de que sea demasiado tarde, porque hay algo aún más peligroso: Nojami ha ido tras ellos, llevando consigo a su hija. No he visto el motivo de tal decisión nefasta, pero el destino de todos pende de un hilo, Jakiru no debe morir.- Al escuchar estas palabras, los rostros de Luna y Cielo quedaron hechos hielo. Nojami jamás expondría a su hija ante tal peligro, algo debe haber sucedido. Debían volver cuando antes.