el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

25.7.08

Capitulo V (Parte 1)

Nojami miraba el horizonte, mientras sostenía a su pequeña hija en brazos. Su marido aún no había vuelto del campamento, y los dos felinos se encontraban en el patio. Ella sola en la habitación, meditaba. Jakiru dormía plácidamente. Era una escena que no guardaba ningún significado particular si se la aislaba del contexto. Sin embargo, el rostro de la hechicera mostraba preocupación: por su hija, por Ismael, por Esteban, por el destino de todos. Cuando muchos años atrás tomó la decisión de seguir la orden de la Luna, no imaginó que pudiera encontrarse envuelta en una guerra sin precedentes. Muchos mundos peligraban, incluso seres que no tenían consciencia de la existencia de otros mundos además del propio. Todo era inestabilidad, y mucho les costaba luchar por el equilibrio. Tampoco imaginó que sería la progenitora de una guerrera, de que su primer hijo sería destinado a luchar por el futuro del universo. Su preocupación aumentaba al pensar que ya pronto su hija cumpliría los dos años. El tiempo corría, Jakiru debería comenzar, al cuarto año de vida, su entrenamiento. Un ruido la hizo volverse. En la puerta Annie aguardaba el permiso para entrar a la habitación. Nojami le dedicó una sonrisa y le preguntó que necesitaba.
-Mi señora, disculpe que la moleste, pero alguien la espera en la sala. Si quisiera bajar, yo podría cuidar a la niña.- El rostro de la pequeña doncella estaba ruborizado, pero Nomi no dio importancia a este pequeño detalle, le colocó con delicadeza a la pequeña bebé en los brazos de Anabell, y bajó.
En la sala, dando la espalda a la puerta, un hombre con una capa miraba por los ventanales. Nojami casi pegó un grito de alegría a reconocer a Esteban, que le sonrió con ternura desde el otro lado de la sala. Nojami corrió hacia él y le abrazó. Estaba esperando aquel regreso con ansias, y deseaba preguntarle a Esteban qué le había mantenido tanto tiempo lejos del castillo. -Ya satisfaré tus dudas, querida amiga, pero primero he de hablar con Cielo, debo darle un recado urgente: Alexander ha muerto.- La cara del guerrero mostraba cansancio y dolor al repetir esas palabras, sin embargo, la hechicera le miró con firmeza.
-Cielo no se encuentra aquí ahora, tu noticia ha llegado antes que ti. Destino envió un mensajero indicando que las Damas y Señores debían reunirse de inmediato. Como te imaginarás, partió enseguida. Ahora sólo nos queda esperar.- Nojami le agarraba la mano con ternura, aquel hombre era como un hermano para ella, y le dolía que su tío y maestro hubiese muerto.
-Entiendo. Debí haberme dado cuenta que Destino sabría estos hechos de inmediato. Igualmente, hay algo que Cielo debe saber ya, pero tú no... Mira.- Le enseñó el Libro del Cambio. Los ojos de la hechicera se dilataron. Miró la cara de Esteban, que sonreía medianamente, y al Libro nuevamente. Las cosas comenzaban a tomar un giro imprevisto para ella, y peligroso. Esteban la sacó de su ensimismamiento preguntándole por la niña. Nojami le indicó que Jakiru se encontraba arriba con Annie. Ambos caminaron hacia la escalera. Al pasar por la puerta se encontraron a Luna y Artemis que miraban a Esteban con reproche. -Mínimo podrías habernos avisado que llegaste. ¿Piensas que no estábamos preocupados por ti?- La voz de Luna era dura, pero el guerrero se rió, abrazó a los grandes felinos, y prosiguieron juntos el camino a la habitación. Esteban recogió a la pequeña de los brazos de la doncella, y la acurrucó con ternura. Era una imagen que enternecía los corazones de los que se encontraban allí mirando. Es como si un vínculo especial hubiese nacido entre la niña y el guerrero.
Al poco tiempo llegó Ismael y le dio la bienvenida a Esteban. Nuevamente en la sala, hablaron sobre el viaje del guerrero y las cosas contra las que hubo de enfrentarse. Llegado el momento de hablar del encuentro con Hemer y los demonios, el joven bajó la mirada al suelo. Le dolía recordar la muerte de Hemer, a pesar de que no había sido su mano la que empuñó la espada que finalmente acabó con su vida. Le costaba admitir que su viejo amigo, su hermano, había muerto no sólo una vez, sino dos: El día que se separaron al ser convocado Esteban por Cielo, y el día que finalmente Hemer dio su último respiro. Mas todo había terminado. Ya no servía lamentarse por los dolores pasados, había que enfrentarse a la nueva lucha que se les imponían. Ismael le puso al tanto de los avances y retrocesos de las tropas. Nojami se levantó para llevar a su hija a dormir a la habitación. Artemis la acompañó, dejando a los guerreros y Luna solos. La pantera les expuso su opinión acerca de lo que se vendría, -Esto no me gusta. Algo más se esconde tras la guerra. Es como si un fin oculto se escapara de nuestro conocimiento; varias veces fueron vencidos los enemigos y ya casi no les queden fuerzas, ¡pero éstas misteriosamente se regeneran casi al instante!. Además, ahora van tras los libros. Las cosas se complican, y esta guerra no acabará pronto. No me gusta, definitivamente.-