el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

14.9.07

Capitulo I (Parte 3)

Los árboles susurraban al paso rápido de los caballos. Tres viajeros y una bebe pasaban velozmente sobre el camino de hojas muertas. Sólo el sonido de sus respiraciones agitaba la quietud del bosque, y el movimiento de sus capas denotaba la existencia de cuatro seres escapando a la muerte injusta. La luna intentaba en vano atravesar la espesura de las nubes puestas sobre la tierra por el poder oscuro.
Dos hombres, una mujer, y la niña. Nadie recordaría jamás sus pasos por ese sendero, nadie lograría entender la prisa sin saber el motivo de su huida. Esteban les dio la orden y se detuvieron, los caballos necesitaban un momento para descansar o no lograrían resistir el resto del viaje. Se ocultaron detrás de los primeros árboles y Nojami, la mujer, conjuró al viento para que borrara las huellas dejadas, y desvaneciera sus aromas del aire que volvía hacia su casa, dejada atrás ya por varios kilómetros. El viento le respondió sus plegarias con una brisa, sonriéndole. Su esposo se acercó a ella y le indicó que fuera hacia donde Esteban organizaba el humilde equipaje que habían logrado reunir al salir. Nomi lo miró a los ojos, tantos años fueron felices, habitando donde los llevara el destino, buscando aventuras, amándose. Habían realizado su sueño, tener una hija, un ser fruto de ese amor eterno que se profesaban el uno al otro. Sin embargo, no todo sucedió como esperaban. Ismael miró los ojos de su mujer y en ellos admiró las ventanas del pasado, observó aquella tarde en que el destino les pidió la vuelta del favor: Una mujer, alta, con un aura blanquiceleste los detuvo en medio del atardecer. Él se había asustado -recordaba- mientras que su esposa, aquella joven hechicera se había mantenido calma. Se dejó llevar por sus recuerdos y se vio a si mismo parado en medio del prado, aferrando la mano de su mujer y llevándola detrás de sí para protegerla. La figura fue apagando su resplandor y dejo ver su hermosa y cálida forma, una bella mujer, alta e imponente, mas no atemorizante. Se acercó aún más. Entonces Nojami salió detrás de su guerrero protector y caminó hacia ella. A menos de un metro de distancia, Ismael las observaba. Ambas mujeres tenían sus ojos fijos en los de la otra, como si hablaran sin pronunciar palabras, como si su entendimiento estuviera más allá de cualquier comprensión mortal.
-No pensé que volvería a verte algún día...- Dijo Nojami, mirándola, examinándola como si buscara algo que le indicara que aquello no era más que una farsa, un engaño dulce a los ojos debido a algún hechizo poderoso.
-Y yo esperaba jamás hacerlo.- Además de lo majestuoso de su imagen, su voz era profunda como el océano, y melodiosa como la de las Musas. Su Ser era superior a todo lo conocido por el guerrero, que todavía las miraba desde una distancia lo suficientemente apartada como para no interrumpir aquel encuentro intimo entre las damas, pero lo necesariamente corta para saber que pasaba y actuar en caso necesario, nada le haría daño alguno a su amada sin que él lo impidiera.
-Cielo... Tantas noches he pensado en ti, he buscado respuesta en las estrellas pero no han querido revelarme el futuro ni darme señal de tu paradero. Destino ha sido aséptica conmigo y...- su voz fue interrumpida por el gesto de la Dama.
-Has olvidado algo importante mi amada Nomi, Destino jamás te dirá lo que vos aún no debéis saber. Ahora, deja los reproches para un momento más calmo, detén el latir ligero de tu corazón y haz que tu esposo se acerque, así podremos ir a algún sitio seguro y hablar.- La hechicera se acercó a su esposo, y le presentó a Cielo. La Dama le sonrió haciéndole sentir en paz, y los tres se alejaron en el crepúsculo hacia el Este.
Su mujer le acarició la mano, devolviéndolo a la realidad, y compredió donde anduvieron vagando sus pensamientos, lo conocía, y por eso lo amaba, esa noche más que nunca lo amaba, y sabía que lo amaría toda la eternidad.

1 comentario:

Princesa Dariak dijo...

Sigo para arriba....

abrazos de luz.