el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

15.2.08

Carta a una hermana desconocida

Hay tantas cosas que quisiera decirte, hermanita, que no me alcanza el momento para pensarlas. Pensar que hace poco que la vida nos juntó. Luego de separarnos por quién sabe realmente cuantos años, nos hemos encontrado. Luego de la muerte de los padres. Luego de la infancia pasada. Luego de que nos enviaran a lugares desconocidos. Finalmente nos hemos encontrado. Sin saberlo, tantas palabras habladas, tantos momentos juntas, sin siquiera sospechar una cruel y feliz verdad. Tantas afirmaciones sin confirmar, que resultaron ser más que ciertas. Todo sucedió con una velocidad increíble. Miro hacia atrás y veo que sólo fueron unos meses, y sin embargo, pasaron tantas cosas, sufrimos tantos arrebatos en noches de vigilia. Ambas, al lado una de la otra. Pero llego, después de tanta reflexión, al hecho de que en la tarea de mantenernos en pie, no llegamos a compartir algo del tiempo que pasamos separadas. Siento, a veces, miedo de que en algún momento todo concluya de manera que nuestra separación, aunque sea sólo temporal, aunque no corta, sea inminente. De que no tenga la posibilidad de conocerte realmente. De que todo termine siendo un recuerdo más, feliz, demasiado feliz, pero recuerdo al fin. El futuro suele ser tan incierto, y no podría soportar no llegar a saber que es lo que realmente eres.
Conozco sólo una parte de ti, reconozco quizás algunos gestos también que me son familiar. Pero lo que me da miedo, es en algún momento reconocer algún parentezco con esa parte de mí que trate y sigo tratando de corregir. Esa parte que según Luna, es de papá. Una pasión a luchar, a seguir luchando, a olvidarse de todo por el fin que se persigue. Tal vez no lo exprese con claridad, cuesta tanto hablar de lo que poco se recuerda; lo que sé es que veo esa actitud de continuar, de seguir y no parar aunque veamos que el camino no es seguro para continuar. Muchas veces eso es lo que realmente necesitamos, seguridad... Pero que sé yo, hay veces que las cosas pueden terminar mal por el mismo motivo. Quizás me equivoque. Ojalá me equivoque. Pero la verdad es que tengo miedo... Miedo a volver a perderte. Muchos años soñé con que mamá y papá estuvieran vivos, o que al menos, hubieran dejado un hermano. Y pensar que todos esos sueños, no eran más que, quizás, ansias de recordar un pasado escondido.
Hay tantas cosas que quisera saber, tantas cosas que quisiera contarte. Son muchos los momentos en que hubieramos sido complices o estado enfrentadas, tal vez. La cruda realidad es que cuando a penas teníamos consciencia de existir, nos alejaron. Primero a mí de nuestros padres, pero eso era un trato, del cual no me quejo realmente. Luego a vos de ellos, y por último, para terminar el trabajo los mataron como animales. Ellos arriesgaron sus vidas por nosotros, ellos lo dieron todo, hasta el último momento. Ambas sufrimos, diferentes pesares, diferentes pasados... Que terminan conjugandose en uno mismo, en uno que trataron de borrar. A mí me tocó una vida de lucha cuerpo a cuerpo, de guerras perdidas y ganadas. A ti te toco sufrir la represión de tu ser, de tu esencia. Tu lucha personal con los que decían que era mejor quedarse atrás. A mi me mandaron siempre al frente, a vos a la retaguardia. Son dos lugares de batalla completamente opuestos, pero en ambos se siente el mismo dolor, el dolor de quizás a veces sentirse solos. Sigo en que es complicado explicarme con claridad, creo que soy demasiado ambigua, y es porque ahora mismo mi cabeza es un caos, hay muchas cosas que quiero decir, muchas otras que estan escapando a mi memoria. Nunca fui buena para las cartas, es un hecho, Jean siempre me lo dijo. Y la verdad no tengo ganas de contar una historia ficticia para decirte todo lo que siento, lo que pienso. Sólo quiero que algún día nos sentemos a hablar, sin reproches, sin prejucios, sin antedichos. Abrirnos completamente la una con la otra, contarnos y decirnos exactamente lo que queremos decir, sin pensarlo dos veces, simplemente ser sinceras. Hablar de nosotras, de nuestro pasado perdido... Dejando el futuro para más adelante. Dejando los problemas y persecusiones en un decimonoveno plano. Olvidarnos un momento de que el mundo se acaba, de que hay que seguir buscando, de que hay que protegernos. Simplemente hablar de hermana a hermana, de una a una. Sacar a la vista ese lazo que siempre nos unió, eso que sabíamos que por una extraña razón iba a tenernos unidas toda la vida y ahora entendemos que es. No hablo simplemente de acá. Hablo de nuestra verdadera vida, la que nos quitaron, la que nos quieren evitar recuperar. Quiero que fortalezcamos eso que la vida nos dio, esa relación que comenzó desde que naciste del mismo vientre que yo. Sin títulos, sin reparos. Somos dos, hechas uno por el amor de nuestros padres. Ellos viven aun en nosotros, ambas tenemos mucho de ellos, tanto bueno como malo. Yo reconozco algunas cosas mias, quisiera que puedas reconocer las tuyas, y que podamos compartirlas. Quizás así, ambas podamos llegar a conocerlos algo mejor.
Es el día de hoy, que me siento a decir todo esto, que espero que vos, realmente vos, lo leas, y me digas lo que pensas. Que me mandes a la mierda por la cursileria si queres, como quizás haría yo si lo leyera desde afuera. Pero hay una realidad que ya no puedo cambiar, que siempre existió y antes no le encontraba explicación. El que sos todo para mí, el que, inevitablemente, me podes. Que haría hasta lo último por vos y el que jamás en mi vida te abandonaría, ni permitiría que te hicieran daño. Lamento no haberlo podido hacer hasta ahora. Lamento no haber sido la hermana mayor que necesitabas. Espero que tengamos en algun momento la oportunidad de remendar eso. Espero que llegues a ser tan feliz como te lo mereces. Y sinceramente espero poder hacer algo para que ello, a pesar de los obstaculos que conocemos, se realice.
Es todo lo que tengo para decir ahora, o mejor dicho, es todo lo que logro encajar en algo coherente por el momento. Te adoro con toda mi alma, hermanita mia. Estoy aca, siempre lo voy a estar. Sabelo.


Tu hermana mayor,

Jakiru.

No hay comentarios.: