el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

29.3.08

Capitulo III (Parte 5)

Algo más de tres meses habían pasado desde que Esteban abandonara la Luna hacia su tierra natal. Entre tanto, en el castillo las cosas tomaron un rumbo cotidiano: Nomi veía crecer a su hija con pasión, y junto con Cielo, le iban enseñando las maravillas del la vida y los mundos que le tocaban conocer. Ismael tomó el lugar de Esteban en el comando de las tropas, pero evitó alejarse de su mujer y su hija por más de algunos días. No soportaba separarse de su pequeña sabiendo que en un tiempo no muy lejano, debería dejarla partir por mucho, quizás demasiado, tiempo. Gracias a los esfuerzos de los guerreros, la Luna terrestre se mantenía en paz, y cada día llegaban mejores noticias sobre la guerra. El enemigo se debilitaba, los guerreros se mantenían vivos. Sin embargo, algo inquietaba a Cielo. Presentimientos. Sus plegarias de respuestas fueron respondidas una noche, mientras Nojami e Ismael llevaban a su pequeña niña de ya un año y medio a dormir.
Luna apareció en el portal del salón, su mirada era inquieta y quizás asustada. Cielo le preguntó que sucedía,
-Mi querida Dama, Cielo... Hay un mensajero aquí. Dice venir de parte de la Dama del Destino... Algo me dice que su mensaje no son buenas noticias.- Luna movía su cola nerviosamente. Cielo le indicó que hiciera pasar al mensajero. Un ser alto ingresó a la estancia. Su color cobrizo y sus ojos verdes indicaban la lejanía de procedencia. Parecido a los humanos, pero más alto y fuerte, su presencia imponía respeto, aún para la Dama. El mensajero se inclinó en una reverencia a Cielo, se presentó como Haned y pasó rápidamente a comunicarle los motivos de su visita; Luna procedía a retirarse cuando la Dama le indicó que se quedara. Haned continuó,
-La majestuosa Dama del Destino me ha impuesto la misión de traerle un mensaje urgente, he aquí sus palabras -y de un bolso que traía sacó un pequeño tablero de madera. Símbolos extraños se agrupaban de manera sistemática, alrededor de una espiral que terminaba en el centro de la tabla con una estrella. De ese mismo centro surgió una luz blanquiceleste y una voz melodiosa y firme habló: "Dama de Luna, los mazos de mis cartas me han revelado infortunios que pueden traer severos problemas al equilibrio del universo. El séptimo guardián ha muerto, y el Libro del Cambio se encuentra en manos imprudentes. Su muerte ha sido planeada por un enemigo antiguo, y muestra el deseo de reunir los restantes ocho libros. Lamento saber que otro de ellos lo estará pronto en su poder, si no lo está ya, dado que fue dado a custodiarse por el ahora enemigo del equilibrio. Debemos advertir a los guardianes y poner a salvo a los siete que quedan. Una vez que estemos seguras de que no podrán obtenerlos, podremos pensar cómo lograr que los dos capturados: el Libro "Rojo" de las pasiones y el Libro Violeta, no sean usados inescrupulosamente..."
La voz calló, y se apagó la luz del tablero. Cielo estaba pensativa. Luna mostraba alevosamente su sorpresa. Haned aguardó las palabras de la Dama de la Luna.
-Comprendo, gracias por traer el mensaje. Puedes pedir lo que deseéis y descansar aquí antes de volver a tu hogar.- El mensajero hizo una reverencia y se dirigió a la puerta del salón, dónde Anabell lo esperaba para llevarlo a una habitación. Cielo miró a Luna, que seguía mostrando su sorpresa, finalmente recuperó su habla,
-¿Qué ha sido eso, mi Dama?¿El Séptimo Guardián ha caído?¿A quién se refiere?- Luna iba a continuar haciendo preguntas, hasta que Cielo le indicó con un gesto que callara.
-De a una podré responderte, Luna. Lo que has oído es un mensaje urgente de Destino, problemas se avecinan...- Luna la miró intrigada- Con respecto al Séptimo guardián, se refiere a alguien a quién tú conoces de nombre, aunque sea: Alexander. -Si era posible, el felino aumentó su expresión de desorientación, aquello era algo que no hubiese imaginado. Al ver el desconcierto de Luna, la Dama continuó explicando- Alexander era uno de los últimos grandes guerreros originarios de las Montañas Azules, si no el único de casta pura que había quedado. Hace miles de años, a su pueblo, reconocidos guerreros y fieles a las Líneas del Universo, se le concedió las custodia del Libro del Cambio, el Libro Violeta, Amatista, como quieras llamarlo. Antes que lo preguntes, Esteban no conocía este hecho... Hace muchos años ya, los guerreros juraron jamás revelar la ubicación del Libro, aunque se creía que lo habían escondido en las Montañas, al cuidado de las Voces. Alexander, al ver que sus tierras eran cada vez más inseguras, y a extraños requisando la montaña, había cambiado el escondite del Libro, siendo él el único puro que había quedado y por ende, el guardián último. Ahora que ha muerto, se han apoderado del Libro...- Luna la interrumpió, verdaderamente no entendía nada de lo que estaba sucediendo, interpeló a la Dama,
-Cielo, aguarda, por favor... ¿Cómo es eso de los Libros, del Libro del Cambio? ¿Acaso te refieres a los místicos libros que conforman el Supremo? Creí que los habían destruido hace cientos de años, luego... Luego de que los utilizaron para obtener la inmortalidad- Cielo prosiguió
-Eso pensaron muchos, pero en realidad nosotras, las Damas, no podíamos desentendernos de los nueve libros, del Supremo. Hicimos lo mejor que creímos: darlo en custodia a diferentes pueblos, de iguales poderes, para que no pudieran arrebatarse entre sí tan fácilmente. Pero no pensábamos que esto ocurriría a tal punto que realmente alguien consiga juntarlos para su propio beneficio... Sólo los más allegados a los guardianes aún conocían la existencia de Los Nueve, y nadie más... Los guardianes entre ellos desconocen quién posee los otros. Pero, sin embargo, alguien ha decidido averiguarlo. Por lo que ha dicho la Dama, creo saber quién...
Sin saber qué decir, el felino aguardó callada, meditando. Los Nueve seguían existiendo. A pesar del peligro que aquellos misteriosos libros, creados luego del nacimiento del Universo, cofres de poder y sabiduría de toda la existencia. Cada libro, cada pagina daba a su poseedor y ejecutor el poder de dominar un sector del espacio. Finalmente, los Nueve juntos daban forma al Supremo, el libro que dominaba y daba la posibilidad de manejar todos los elementos del universo, de crear y destruir todo lo que en él se encuentra. Luna hizo una última pregunta a Cielo -Dime, Cielo... ¿Por qué no destruyeron los libros luego de..?- Cielo terminó la pregunta por ella.
-¿Luego de usarlo para elegir la inmortalidad? No lo sé, Luna. Realmente no lo sé. En ese momento apenas había ingresado a la orden de las Damas. Quizás fue un error. Quizás no. No tenemos poder de saberlo, aunque usando el Libro del Cambio quizás si... Ironías, ¿no?- La Dama calló. Se miraron a los ojos, y Luna comprendió que Cielo estaba preocupada. Ahora ya no importaba que hubiese sido mejor. Tenían que plantear los hechos y encontrar una solución. -Debemos advertir a los demás guardianes. Esa será tu nueva misión, Luna. Sí, tú irás en búsqueda de los que aún protegen los demás Libros: de la Creación, de las Ilusiones, del Olvido, de los Elementos, el Equilibrio, la Destrucción, y el Destino. Nuestro enemigo ha obtenido el Libro del Cambio y seguramente tendrá en sus manos pronto el Libro de las Pasiones. Esos están perdidos por ahora, no vale la pena intentar arrebatárselos. No podrá usar el Libro Violeta. Pero no lo sabe aún. De eso hablaremos después. Necesito que busquéis a Artemis y le digas que habréis de hacer. No perdamos tiempo... No sabemos cuanto nos queda.

Cielo miró hacia las planicies de la Luna, preocupada... Un destello prácticamente imperceptible de una estrella lejana le indicó a la Dama del Destino que su mensaje había sido recibido.

1 comentario:

Jaki CS dijo...

No me gustan mis propias palabras, las importantes se escapan a mis manos... y la reuniones de almas se hacen cada vez más raras y distantes...

-.-