el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

17.11.15

Un grito ahogado en el rugido del viento

Me siento tan impotente, atrapada en esta vida. Quisiera recuperar mi fuerza, volver a ser invencible. Quisiera poder volar alto, más allá de este mundo, por lugares lejanos y familiares a la vez. Quisiera poder descargar toda mi ira y mi pena en un grito feroz, en un golpe contra el suelo que haga temblar el piso por kilómetros alrededor. Quisiera poder sentirme otra vez yo misma, la guerrera, la luchadora, la que no dejaría que nada ni nadie la pase por encima.

Quisiera poder volver a ser yo, mejorarme desde mi propio ser y no en este sitio invadido por mi alma solitaria.

Quisiera tener algo o alguien que me recuerde que soy yo, que no me he perdido aún.

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