el Viento y el Dragón


El dragón se elevó imponente sobre las nubes. Se detuvo un instante y lanzó un gruñido que estremeció las montañas kilómetros a sus pies. Ese alarido atrajo a la Dama del Viento: “¿por qué gritas de esa manera?”, le preguntó, a lo cual el Dragón blanco respondió: “Porque soy el Dragón más poderoso, dueño de los cielos... Y nadie puede impedirme que haga lo que se me plazca”. Y así nuevamente lanzó por sus fauces un fuerte sonido desafiando a la bella Dama. Ella, entre la lástima y la compasión que le inspiraba aquella criatura, tomó una decisión, le dijo: “Lamento hacerte esto, pero he de darte una lección” y detuvo la brisa que sostenía al inmenso Dragón, que cayó velozmente a la tierra, batiendo sus alas furiosamente sin que éstas le sirvieran de nada... El viento le había dado la espalda.

el Viento y el Dragón

6.5.09

Capítulo V (Parte 6)

– ¡Artemis! ¡Lo estuve buscando por todo el castillo! – Annie tenía la respiración agitada de haber corrido doscientos metros detrás del felino, llamándolo, sin que éste la escuchara. Cuando finalmente logró recobrar el aire, Artemis le preguntó qué sucedía. – Es Esteban, mi señor. Él me pidió que vaya a verlo a la sala de la Dama apenas regreséis. – El Tigre le agradeció el mensaje, y la doncella regresó a sus labores. Artemis emprendió el camino al castillo con algo de intriga. Había hablado con Esteban hacía sólo unas horas, y no parecían tener mucho más que decir por el día. Mañana pasarían lista de quienes irían al frente, explorando el terreno enemigo. Era mejor encontrar buenos espías que puedan proveerlos de información confiable, a descuidar que se reagruparan las tropas vencidas y cayeran en una emboscada. Sin Cielo en la zona, la fuerza mágica que protegía la aldea se debilitaba. Artemis intentaba con todo su poder mantenerla, pero no era suficiente. Si por lo menos estuviera Luna allí también...

Luna se disponía a volver al castillo, cuando Destino la interpeló: –Luna, comprendo tu preocupación, eres una guardiana fiel, pero tengo una tarea para vuestro poder. – La pantera la miró sorprendida. Luego de las revelaciones de las cartas quería volver cuanto antes junto a Nojami y la niña. Sin Cielo, los campos no soportarían mucho tiempo. Y el enemigo sabía que Cielo no se encontraba junto a Jakiru. Luna le preguntó a la Dama en qué podía serle útil. –Pues veráis... Te he revelado una información quizás, anticipadamente, pero una vez hecho, no podemos volver atrás. Las líneas ya se están acomodando a los nuevos sucesos. Vinisteis aquí en búsqueda de Cielo, y tras ella debes ir ahora. Nuestra escurridiza Dama de la Luna ha optado por visitar un viejo amigo, sin contar que con su ausencia, preocuparía a quienes la quieren y sirven... –Destino esbozó una sonrisa– O quizás si. Conocemos ambas a Cielo, le gusta crear intriga, pero en esta ocasión no apoyo su decisión. Ella no contaba con que había grandes fuerzas detrás de las tropas contra las que combatíais. Subestimó en mal momento a su adversario, pensando que era menor de lo que resulta ser. Esto quizás tampoco debería de decírtelo, pero más allá de mi función en esta parte del universo, soy una de las Damas. Y mi deber principal, más allá de las reglas de las Líneas, es velar por la continuidad y el equilibrio en el mismo. Sé que al decirte que Asmodeo es el verdadero mentor de esta gran guerra, sólo te estoy llevando a tomar caminos que antes no habías pensado. –La Dama hizo silencio. La expresión de Luna era atónita.
–As... Dama, ¡dígame por favor que he escuchado mal! No puede ser. No puede... – Luna hablaba ansiosa, y evidentemente preocupada. Pero Destino la interrumpió.
–Lo es Luna. Quien está detrás de todo esto, es el Demonio Asmodeo. Ya veis que es necesario tomar decisiones rápidas. Ve detrás de Cielo. Toma los caminos que conducen al Este de aquí y encuéntrala en el crepúsculo del día. Ella ha ido a visitar a Meme. –Luna la miró sin comprender. La Dama se sonrió– Ah, claro, tu no lo conocéis por ese nombre, – su voz se iba volviendo un susurro mientras hablaba– quizás te suene más este: Mnemósine.

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