‒¿Por que lloras?
‒Porque tengo miedo...
‒¿Miedo? ¿A qué?
‒¡A la oscuridad! No veo nada y tengo miedo.
‒¿Por qué le temes a la oscuridad, Jaki?
‒Porque no veo, no sé dónde estoy ni sé que hay a mí alrededor.
‒Pero ya has pasado por eso, ¿recuerdas?. Has estado en el centro mismo del caos, y el caos es oscuridad, vacío, luz y todo al mismo tiempo. Y sobreviviste. Dime, qué debería darte más miedo: ¿el caos o a la oscuridad?.
‒No lo sé, en el caos, al menos, sabía que no había donde ir, era consciente de lo que ocurría... En cambio, en la oscuridad...
‒En la oscuridad también eres consciente de lo que ocurre, sólo que no estás mirando adecuadamente...
‒¿¡Y cómo voy a ver si no hay luz, Luna!?
‒Utilizas tu luz interior. Todos los seres vivos tienen una luz interna, algunos más luminosas que otros... Pero al fin y al cabo está allí. En la oscuridad, hasta la llama más débil puede resultar un faro en medio de un mar en tormenta, recuérdalo siempre. Y créeme, muchacha, que tu luz brilla mucho más de lo que tú misma piensas.